Hace pocos días hemos asistido atónitos a un brutal lock out empresarial del transporte, que, por efecto dominó, ha generado pánico en el conjunto de la sociedad al comprobar que las mercancías de todos los sectores no llegaban a los mercados mayoristas ni minoristas, con las consecuencias de todos conocidas, produciendo un auténtico colapso en la actividad económica.

Sería ingenuo pensar que esta rebelión es fruto de un calentón en un sector que, súbitamente, ha visto como la materia prima fundamental de su negocio, el transporte de mercancías, ha aumentado un 86% desde abril del 2006 a junio del 2008. Que esta reacción se produzca ahora, y no antes, se entiende porque en la economía pintan bastos, y todos nos acordamos de los costes cuando las previsiones de ingresos sufren una parálisis severa.

Pero el asunto es mucho más profundo, es un serio aviso de la precariedad de nuestro sistema productivo basado en materias primas básicas: petróleo, gas y carbón, que contienen enormes emisiones de gases de efecto invernadero, dificultando a España cumplir el protocolo de Kyoto, con las consecuencias económicas que de ello se derivan. Nuestro país no tiene yacimientos de petróleo que constituye el 50% de la energía primaria que consumimos, por ello, debemos importar el 99% de los hidrocarburos, siendo nuestros proveedores países como Rusia, Argelia, Nigeria, Libia, Arabia Saudí y México, todos ellos considerados de alto riesgo por la demostrada incertidumbre en el funcionamiento de sus economías.

Por otra parte, no debemos ignorar la creciente presión que se ejerce sobre la demanda energética en China y la India, ya que sus ciudadanos han decidido que no quieren ir en bicicleta, y ello encarecerá el precio del barril. En consecuencia, tendremos que convivir con una energía previsiblemente más cara.

Creando alarma social con huelgas salvajes, o subvencionando los costes, no solucionaremos el problema. Se impone un cambio profundo en el modelo energético, incorporando estas variables además de evaluar suministros alternativos, si pretendemos tener crecimientos económicos sostenibles.