Pacto esperado, que ni defrauda ni supera las expectativas. Los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de las principales economías del mundo, reunidas en el G-20, se comprometieron ayer a detener las devaluaciones artificiales de las monedas que buscan mejorar la competitividad de las exportaciones. Pero no hubo manera de pactar medidas concretas para reconducir los desequilibrios comerciales globales que amenazan la recuperación económica.

Los dos principales actores de esta pugna, que ha hecho temer que una guerra de las divisas provoque una recaída económica mundial, son Estados Unidos y China. El país americano acusa a la segunda economía del mundo de intervenir su moneda para que cotice por debajo de lo que sería lógico en función de la pujanza de su crecimiento. Y el asiático afea a la primera potencia mundial que su inyección masiva de liquidez provoque una depreciación constante del dólar, moneda de la que China tiene reservas multimillonarias.

En el comunicado conjunto se buscó el equilibrio. Como mensaje a China y otros países emergentes, el G-20 se comprometió a "avanzar hacia sistemas de tipo de cambio más orientados al mercado, que reflejen los fundamentos económicos subyacentes, y a abstenerse de devaluaciones competitivas de las divisas". Y como toque de atención a EEUU, se apuntó que las "economías avanzadas, incluidas aquellas con divisas de reserva, estarán vigilantes para evitar el exceso de volatilidad y el movimiento desordenado en sus divisas".

SIN LÍMITES Lo que fue imposible fue sacar adelante la propuesta de Estados Unidos de limitar al 4% del Producto Interior Bruto (PIB) de cada país su balanza por cuenta corriente, es decir, el saldo (déficit o superávit) de los pagos que entran y salen del país por comercio de bienes y servicios, movimientos de rentas, y transferencias corrientes (las remesas de los inmigrantes, por ejemplo). Una medida pensada para que el comercio mundial sea más equilibrado.

El director gerente del Fondo Monetario Internacional, el francés Dominique Strauss-Kahn, desveló que EEUU y China estaban cerca en este punto, y que fueron países "más pequeños" los que vetaron el acuerdo. Se refería principalmente a Alemania y Brasil, cuyas economías son fuertemente exportadoras.

Así las cosas, el G-20 se limitó a indicar que el FMI hará una vigilancia más estrecha de los países con desequilibrios "persistentemente grandes". Y se dejó para futuros encuentros la elaboración de "guías indicativas" para la balanzas comerciales. Lo más relevante fue el acercamiento entre las dos mayores economías mundiales. "China reconoce que no puede basar su crecimiento, como en el pasado, en un modelo dependiente de las exportaciones", resumió Timothy Geither, secretario del Tesoro de EEUU.