Cuando a la vicepresidenta económica española, Elena Salgado, se le preguntó el pasado viernes cuál era para ella la principal causa de la fuerte caída de las bolsas el pasado jueves y el mismo día, no titubeó en su respuesta: "Las dudas con respecto a la capacidad de crecimiento de las economías avanzadas". La frase coincidía con la de muchos analistas y operadores de bolsa para explicar el comportamiento de los mercados.

También con el incremento de las voces de expertos y de políticos que advierten de que con austeridad no basta para superar esta crisis y que son necesarias muevas medidas de estímulo económico.

Aunque solo es una anécdota, no deja de ser significativo que la bolsa de Wall Street reaccionó con un leve movimiento al alza, como destacó la agencia Reuters, a los pocos minutos de conocerse que el Gobierno español había aprobado un nuevo plan de ajuste (ya se sabía) con el añadido de algunas medidas de estímulo al consumo (novedad de última hora). Y que, contrariamente, la misma plaza bursátil bajó tras los anuncios de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel sobre la creación de un "verdadero gobierno económico" del euro. Los dos no propusieron ninguna medida concreta que fuese más allá de la disciplina presupuestaria y la coordinación fiscal. A las que añadieron al día siguiente la exigencia de sanciones para los países que no cumplan estas recomendaciones.

GANAN LOS TEMORES No convencieron a los mercados. En todo caso tuvieron mucho menos eco que los informes de bancos estadounidenses como Morgan Stanley que advertían del peligro inminente de entrar en una fase de recesión. El mismo banco apuntaba que no tiene demasiado sentido aumentar los tipos de interés del dinero en esta situación, como hizo el Banco Central Europeo (BCE), y dio por hecho que deberá rectificar y rebajarlo de nuevo, como les piden también muchos políticos europeos. The New York Times, en su editorial del pasado jueves, calificaba de "idea equivocada" la pretensión de los máximos dirigentes de Francia y Alemania de centrarlo todo en la austeridad.

Pero incluso la exnúmero dos de Sarkozy en el Gobierno francés y ahora directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, lanzó advertencias contra un exceso de rigidez en las políticas de contención de gasto en plena crisis y cuando los leves indicios de recuperación se diluyen con fuerza: Alemania creció solo el 0,1% en el segundo trimestre, y Francia se estancó. Lagarde, en un artículo publicado en Financial Times, reclamaba menos prisa para lograr la consolidación fiscal, "a medio plazo", y medidas urgentes, "a corto plazo" para apoyar el crecimiento y fomentar la creación de empleo.

Tras varios meses de estar ausente como centro del debate económico, y principal problema y solución de la crisis a la vez, el empleo vuelve a la palestra de las posibles salidas a una situación de recesión. Un aspecto que el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, considera vital y no se cansa de proclamar desde hace meses y que ahora parece que ha entrado en los nuevos planes de acción del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. En solo unos dñía, a principios de septiembre, anunciará un plan para crear ocupación.

Para Krugman se trata de un punto crucial, mucho más que atacar el déficit o la inflación. Lo expuso con ironía en un debate televisivo con el execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional, Ken Rogoff, en el que aseguró que si se descubriese que la Tierra corre el peligro de una invasión alienígena se planificaría como contrarrestar ese peligro "dejando el déficit y la inflación en un segundo plano y saldríamos de esta recesión en 18 meses".