Los cánones de cualquier encuentro solemne marcan con precisión cuál ha de ser la liturgia a seguir la víspera del acontecimiento: silencio, reflexión y buena disposición para escuchar al día siguiente al gurú de turno. Así debía prepararse la jornada de hoy, en la que todo va a girar en torno al discurso del presidente de la reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, en la jornada anual --banqueros, financieros, profesores...-- del último viernes de agosto en Jackson Hole, la pequeña población de Wyoming que es pórtico del Grand Teton National Park.

Pero las reglas se rompieron y no poco. La actividad tuvo muchos protagonistas. La retirada de Steve Jobs, genio visionario de Apple, o la decisión de Warren Buffet de invertir 5.000 millones de dólares en acciones del maltrecho Bank of America ya daban de sí, pero se añadió un sonoro batacazo (flash crash para decirlo más fino) de la bolsa alemana por rumores no confirmados de que se iba a ampliar la prohibición de las operaciones cortas a la baja. Al final el índice alemán se recuperó algo, pero la preeminencia del rumor sobre el dato se apoderó de los mercados. Wall Street bajaba el 1%, mientras todo eran cábalas sobre si Bernanke iba a sorprender (confirmar para los iniciados) anunciando más lluvia de dólares.

El Ibex no pudo sustraerse a los vaivenes y padeció otra jornada de rali hasta acabar en un retroceso de 0,84% y en la cota de los 8.299 puntos. Los mayores descensos fueron para Endesa (-2,1%), Gas Natural (-1,8%), Repsol (-1,61%) y Telefónica (-1,58%). Bernanke tiene la palabra. ¡En pie!