Mariano Rajoy se vio ayer empujado a comparecer ante los medios para dar algunas explicaciones sobre el caso Bankia, pero sus palabras no sirvieron de nada. Las acciones de la entidad nacionalizada cayeron un 13,38% y la prima de riesgo cerró en 511 puntos básicos, el límite más alto desde que España está en el euro. Además, esa rueda de prensa (la primera en solitario en España como jefe del Ejecutivo) sirvió para que Rajoy repitiera que no tiene voluntad de saber lo que ha ocurrido en Bankia. El Gobierno socialista no quiso averiguar por qué tuvo que intervenir Caja Castilla-La Mancha en el 2009 y él, para ser coherente, como dijo la semana pasada, tampoco piensa abrir una investigación pública para depurar responsabilidades y saber cómo la cuarta entidad financiera del país ha acabado con un agujero de 23.465 millones que va a tener que cubrir el Estado.

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Rajoy y el PP tienen muchas razones y grandes aliados para este pacto de silencio. Una comisión de investigación obligaría a llamar a los participantes de las grandes decisiones que han afectado a Bankia, resultante de la fusión entre Caja Madrid, Bancaja y otras cinco entidades de menor tamaño. Por la que se realizó en Estados Unidos sobre la crisis financiera pasaron 700 testigos. En España, obligaría a llamar desde José Luis Rodríguez Zapatero, que defendió la salida a bolsa de Bankia, hasta los expresidentes de Caja Madrid, Miguel Blesa y Rodrigo Rato, que podrían relatar la lucha por el poder entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, sus respectivos padrinos.

También debería comparecer José Luis Olivas, expresidente de Bancaja y presidente, en un año, de la Generalitat Valenciana. Con Olivas en la tribuna, sería obligado preguntar por los escándalos que han ocurrido en la Comunitat Valenciana, un apartado en el que sería fácil que surgiera el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin.

Si la posición del PP es la de la opacidad casi absoluta, y la de ERC, IU-ICV y UPD la de la máxima transparencia, puesto que reclaman una comisión en toda regla, la del PSOE se sitúa a medio camino. Los socialistas piden que comparezcan el Gobierno, los gestores y el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que ha sido denunciado por la Confederación Intersindical de Cajas por un delito de prevaricación por omisión.

Todos de forma pública y no en la subcomisión del Congreso sobre la reestructuración financiera, que es a puerta cerrada, y es en la que Rajoy quiere aparcar el caso Bankia. El PSOE considera que a los ciudadanos se les debe una explicación sobre cómo se ha podido pasar de una ayuda inicial de 4.465 millones de euros, en el 2010, a necesitar otra más, de 19.000 millones, este fin de semana. Hasta ahora, el PSOE se limitaba a pedir estas explicaciones. Ayer dijo que esas comparecencias son una condición indispensable para apoyar la nueva inyección de dinero público, que se debatirá el jueves en la Cámara.

Pero los socialistas, importantes aliados del Partido Popular en este asunto, no abogan por una comisión de investigación como tal. "Lo importante es que comparezcan. Luego ya veremos cómo seguimos", afirmó Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero aquí los dos partidos mayoritarios no se encuentran solos. Ni CiU ni el PNV buscan apoyar una iniciativa que podría atraer al presidente de La Caixa, Isidre Fainé, y al presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, apoyado por los nacionalistas vascos.

PETICIÓN DE MONAGO Y FABRA Rajoy compareció en la sede del PP después del comité ejecutivo. Fuentes gubernamentales explicaron que se decidió que ése fuera el escenario y no la Moncloa, porque se evitaba dar un mensaje alarmista. Varios colaboradores e incluso dos presidentes autonómicos en público (el valenciano Alberto Fabra y el extremeño José Antonio Monago) habían mostrado su deseo de que el Gobierno aclarara qué está ocurriendo en Bankia.

Rajoy empezó su intervención refiriéndose a la "gravísima" crisis y pidiendo de nuevo un mensaje de aliento de la UE y al Banco Central Europeo, que no llega. Silencio que atribuye a la "prudencia" de todo gobernante, no a que los socios estén en desacuerdo con sus reclamaciones.

El presidente descartó que el sector bancario vaya a necesitar acudir a los fondos europeos para recapitalizarse y también negó que la escalada de la prima de riesgo se deba a la manera en la que se ha administrado la crisis de Bankia. "No ayuda mucho la situación de Grecia", apostilló.

Rajoy no aclaró qué mecanismo va a utilizar el Ejecutivo para lograr el dinero que necesita para tapar el agujero y afirmó que esta operación no afectará al déficit, aunque fuentes de Economía reconocen que sí que tendrá consecuencias, aunque serán "manejables", informa Pablo Allendesalazar. El presidente justificó el rescate de Bankia porque hay que garantizar los ahorros, y destacó que el Estado recuperará el dinero cuando la entidad esté saneada y la pueda vender. Por otra parte, Rajoy también aseguró que esta operación no obligará a hacer más recortes en el gasto público, una afirmación que se desea que tenga más vida que las que hizo en la campaña electoral.