Un país cabreado. No hay mejor manera de describir el sentimiento generalizado que impera entre la población chipriota. Y buena parte de esta ira va dirigida contra dos personas concretas: la cancillera alemana, Angela Merkel, y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

El grado de indignación, por las condiciones de la troika para el rescate, se hace patente nada más poner los pies en Chipre. "Veo la cara de Merkel y Schäuble y es como si viera a Hitler", espeta Costakis Nicolau, el taxista que nos lleva desde el aeropuerto de Larnaca hasta la capital, Nicosia. "Si de mí dependiera saldríamos ahora mismo de la Unión Europea (UE). No hacen más que jugar a grandes juegos", añade.

No todos lo expresan de forma tan extrema, pero la opinión de Nicolau es compartida por muchos chipriotas. Tassas Anastasious, de 56 años, es un hombre de negocios que se dedica a la importación de equipos para el diseño gráfico. "Nuestra suerte está en manos de Merkel y Schäuble. No creo en la política europea. Está dominada por Alemania. El paraguas de la UE es un mito. Nadie protege a nadie", se lamenta.

Anastasious intenta, infructuosamente, sacar dinero del cajero automático de una oficina del Banco Laiki (Popular), el segundo del país y que se encuentra en la picota. No lo consigue. Pone la tarjeta, pero en la pantalla del cajero le sale un mensaje indicando que no puede atender su petición. Se marcha, resignado.

SIN COLAS Ha hecho mal. La clienta que va detrás suyo lo prueba y obtiene el mismo resultado negativo. Pero lo vuelve a intentar rebajando sus pretensiones y solicitando una cantidad inferior: 100 euros. Como por arte de magia, el cajero arroja cinco billetes de 20 euros que la mujer agarra como un tesoro. "Con 100 euros sí que funciona", explica. Teóricamente, el límite diario en esta entidad estaba en 240 euros.

Ayer ya no se formaron, como en los días anteriores, largas colas frente a los cajeros, pero en la citada oficina del Laiki la llegada de personas para obtener dinero de sus cuentas corrientes era un goteo incesante. Pese a la indignación, la situación parecía algo más calmada. Las primeras medidas aprobadas por el Parlamento durante la madrugada parecen haber convencido a algunos chipriotas de que la solución, por dura que sea, está al caer.

Anastasious no lo cree. "No habrá acuerdo porque la troika saldrá con alguna otra exigencia. Su objetivo no es ayudar, sino hundirnos. Por razones políticas. Si somos débiles económicamente, pueden imponernos cualquier cosa y la aceptaremos". ¿Salir de la Unión Europea? "Sería bonito, pero no es factible", sentencia finalmente.

Se aprecia en esta crisis un cierto orgullo herido. "Éramos ricos", dice Anastasious. "Estamos indignados porque habíamos ayudado a otras economías de la UE y, ahora que necesitamos ayuda, nos giran la espalda", afirma Sakis Siakopoulos, propietario de un popular restaurante. "Y espero que vosotros, los españoles o los italianos, no seáis los próximos. Con nosotros están haciendo un experimento". Es una advertencia, la de que España e Italia van detrás, que también se repite.

Buena parte del enfado proviene de lo que se percibe como un agravio comparativo. "La verdad es que no han utilizado estos métodos con ningún otro país que fue rescatado", señala Ahmed Spenaty, contable y estudiante de Economía, originario de Siria pero que vive en Chipre desde hace ya muchos años.