Los ciudadanos de Chipre están dando muestras de una gran dosis de paciencia, aunque algunos pronostican que, si la actual situación se prolonga, se les acabará pronto. El país vivirá hoy su doceavo día consecutivo con los bancos cerrados, después de que en la noche del lunes el Banco Central de Chipre anunciara que no abrirán hasta mañana, jueves, "para asegurar el buen funcionamiento de todo el sistema bancario". En realidad, todo el mundo cree que, en el momento que abran, se producirá una estampida de gente que querrá retirar depósitos. De ahí que el Gobierno esté elaborando planes para imponer restricciones.

Pese a que el anuncio se produjo muy tarde, la noticia corrió de boca en boca como un reguero de pólvora. Algún despistado acudió ayer al banco a primera hora de la mañana, pero fueron casos muy aislados y en ningún momento se formaron colas. De hecho, la afluencia a los cajeros parecía ayer bastante inferior a la registrada en los días anteriores.

El país vive un compás de espera hasta ver qué ocurre el jueves. Los empleados de todos los bancos, excepto los de los dos grandes, afectados por la reestructuración --el Banco de Chipre y el Banco Laiki o Popular--, acudieron ayer al trabajo para hacer los preparativos necesarios para poder atender a la clientela el jueves. Pero, siguiendo instrucciones del Banco Central chipriota, los trabajadores del Banco de Chipre y del Laiki no se incorporarán a sus puestos hasta el mismo jueves y crecen las especulaciones que afirman que estas dos entidades no abrirán tampoco al público ese día.

"No aceptan los cheques"

Evita Charalabous, una empleada de un restaurante de Nicosia, explicó ayer a este diario las dificultades con que empiezan a encontrarse algunos negocios. "Los proveedores no aceptan cheques porque no pueden ir a ingresarlos al banco; piden que les paguemos en efectivo. Pero como no podemos retirar del banco las cantidades necesarias no podemos pagarles, así que no nos sirven. Si necesitamos un producto y se nos acaba, tendremos que comprar una cantidad más pequeña a un supermercado".

La mujer confiesa que ha pedido al restaurante un adelanto del salario de un solo día para poder poner gasolina en el coche, ya que la tarjeta de crédito ha dejado de funcionar en las gasolineras. "El problema principal no es que los bancos estén cerrados; el problema es que no sabemos qué va a ocurrir. Nadie lo sabe", dice. Y lanza un aviso: "Somos gente muy pacífica, pero nadie puede controlar la ira de los chipriotas cuando se indignan. Y el problema estallará en el momento que abran los bancos y a la gente no le den su dinero". La desconfianza es mayúscula.

La crisis ha provocado la dimisión del presidente del Banco de Chipre, Andreas Artemides. El Banco Central nombró un administrador especial para dirigir la reestructuración.

Los jóvenes tomaron ayer la palabra en la calle. Varios miles de estudiantes de secundaria se manifestaron por el centro de Nicosia y acabaron frente al Parlamento para protestar contra la troika. Vuestros errores, nuestro futuro, rezaba una pancarta en inglés. La marcha, convocada por un sindicato estudiantil, estaba bien organizada. Se habían repartido octavillas con los 11 eslóganes (en griego) a gritar. Resistencia a la troika, era uno de ellos.