El sector de la construcción española ha encontrado en la internacionalización la receta a la drástica caída de la demanda interna. Esta industria, la más afectada en caída de negocio tras el estallido de la crisis por la burbuja inmobiliaria, cerró el 2012 con un volumen de ventas al exterior de 16.581 millones de euros, un 19% más que en el 2006. De este modo la industria ha incluso ha superado el nivel de exportaciones previo al inicio de la crisis, y representan ya un 7,5% del total de ventas en el exterior de productos españoles.

Ante el cerrojo de crédito, las firmas de la construcción han empezado a reorientar su actividad hacia mercados exteriores poniendo especial atención en los países emergentes, que se caracterizan por una intensa inversión en obra pública y equipamientos. La Unión Europea sigue siendo el principal destino de las exportaciones españolas, pero la recesión de la zona euro ha obligado a la diversificación: en los últimos seis años, las ventas a Sudamérica han crecido un 430%, y al Magreb, un 109%.

Este reenfoque ha supuesto un crecimiento medio del 10% en los últimos tres años, según estima el informe El potencial exportador de la construcción española realizado por el economista Álvaro Garola. Según afirma, "la actividad exportadora de productos de la construcción genera unos 225.000 puestos de trabajo --directos e indirectos-- y representa el 1% del PIB español". El informe vaticina que si se mantiene el ritmo de crecimiento de las exportaciones en el 10%, durante el 2013 el sector creará 12.500 nuevos empleos y añadirá una décima adicional de crecimiento económico en el PIB.

El economista envía un mensaje de esperanza en el sector haciendo hincapié en que las empresas de la construcción "aún pueden aportar mucho en una economía como la española".