Los trajes negros parecen./ Las instrucciones son negras./ Sobre sus caras destacan/ lúgubres y torvas cejas./ "Tienen, por eso no lloran",/ balances en las cabezas./ Con alma de frío contable/ llegan en líneas aéreas. Los hombres de negro están en Madrid otra vez. No son solo hombres, ni negros y tampoco siempre visten de negro. Los que llegaron ayer son la avanzadilla del Fondo Monetario Internacional de Christine Lagarde La semana que viene se les unirán los de la Comisión Europea, de Durao Barroso, y los del Banco Central Europeo, de Mario Draghi Son el cuerpo de intervención de la temida troika (FMI, CE y BCE). García Lorca habría compuesto un romance, como el que dedicó a la Guardia Civil, aquí recordado.

Los hombres y las mujeres de negro van de país en país, de ciudad en ciudad, como la Guardia Civil de pueblo en pueblo, de camino en camino, para que nadie se desmande. En Madrid y también en Barcelona vigilan que autoridades y bancos hayan hecho los deberes y hayan empleado bien el dinero --60.000 millones más o menos-- que España recibió para sanear sus cajas de ahorros, porque eran cajas y no bancos, al borde del colapso. Y entre ellas, sobre todo dos, Bankia y Caixa Catalunya.

Estos peculiares personajes, con mucha peor imagen de la que merecen, tampoco llevan tricornios, sino tabletas bajo el brazo; no tienen mosquetones, sino hojas de cálculo y tampoco disparan balas, sino ucases económicos, casi siempre del agrado de una señora Merkel que, salvo sorpresa mayúscula, ganará las elecciones en Alemania el próximo domingo y mantendrá su política de austeridad, le guste a quien le guste. Casi al mismo tiempo, los hombres y las mujeres de negro, a veces con exceso de celo, dirán si España ha hecho los deberes o debe mantenerse bajo el cobijo del plan de rescate financiero, que significa que tiene ahí un dinero disponible, no que lo tenga que utilizar de forma obligatoria.

El Gobierno de Mariano Rajoy quiere quitarse de encima ese estigma, pero ahora quizá sea el menor de los problemas. Las gentes de negro han detectado, desde su arribada a Madrid, el asunto catalán, aunque no terminan de abarcar su verdadero perímetro. CatalunyaCaixa, ahora CatalunyaBanc, ha necesitado incluso más ayudas que Bankia y ni el más perspicaz de esos oscuros personajes ha sido capaz de otear de quién y cómo financiaría a un sistema financiero que intentara vivir por libre, mientras Rajoy y Mas miden distancias y buscan ahora un plan B.

(Jorobantes y nocturnos,/ por donde animan ordenan/ tajos de pensión antigua/ sin mentar razón certera/ "Pasan, si quieren pasar",/ ocultan en la cabeza/ exigentes instrucciones/ y tijeras inconcretas/ y un grito independentista,/ agudiza su sordera).