La calidad de siempre, una firme apuesta por la innovación y valentía para afrontar el comercio exterior con buenos resultados son las claves del éxito de Aceitunas José Lou, una agroindustria aragonesa dirigida por la tercera generación de la familia que vende sus más de 300 referencias en una veintena de países, desde Canadá hasta Japón, pasando por Europa. Con el fin de adaptarse a las exigencias de los nuevos mercados, en los últimos años la firma ha añadido a los clásicos encurtidos de su catálogo patés, mermeladas y aliños, una sorprendente variedad de productos dirigidos al canal delicatesen y elaborados a base de su principal materia prima: olivas aragonesas y andaluzas.

La historia de Aceitunas Lou comienza a escribirse en los años 30 en el barrio de El Gancho. El abuelo José, que quería ser músico y tocaba la guitarra de maravilla, siempre tuvo carácter emprendedor y mucho ojo para los negocios. De Blesa se trasladó a Zaragoza para abrir un pequeño local donde vendía oliva negra empeltre. Con su chaqueta de lana y su boina, recorría las calles repartiendo los pedidos montado en una bici-moto. "La cosa empezó a prosperar y mi tío y mi padre se incorporaron a la actividad, ya de una manera más profesional. Compraron maquinaria, desarrollaron una imagen de empresa, comenzaron a hacer los primeros envíos al resto de Aragón y se trasladaron a La Almozara", recuerda Maite Lou, directora de exportaciones de la firma, ubicada en el polígono Malpica desde 1978. Junto a ella llevan las riendas sus primos José Miguel, responsable de producción, y Pilar, jefa de calidad.

El hueso, para dentro

La compañía empezó a exportar en el año 2000 de la mano de la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza. "Nuestro objetivo eran los países emergentes del este de la Unión Europea. Había un nicho por llenar y no se conocía la aceituna", argumenta Lou. Las primeras ventas tuvieron como destinos la República Checa y Polonia. "Allí consumen mucho pepinillo porque lo toman con el vodka", explica. Con ellas, llegaron también las anécdotas. "En Moldavia, por ejemplo, se tragan el hueso. Dicen que es el único que los jugos gástricos son capaces de disolver y que crea una capa protectora en el estómago", cuenta Maite.

Otro de sus principales mercados es Japón, donde exportan desde el 2001. "Es un cliente muy exigente, pero el más fiel. Valora mucho la calidad", reconoce. "Aplican nuestros productos a su cocina. Por ejemplo, comen el pescado con el paté de arbequina", añade Lou. Sus próximos objetivos inminentes donde ya tienen distribuidor son Rusia, Estados Unidos y México.

En la búsqueda de nuevos clientes les ayuda mucho su presencia en ferias como Gourmet o Alimentaria. "Yo animo a todo el mundo a exportar, siempre que se tenga un buen producto, porque los alimentos españoles son muy apreciados en el extranjero. Hay que abrir la mente", aconseja Lou, para quien es "un orgullo" continuar la labor que inició su abuelo. "Esperamos que haya cuarta generación", confía sonriente. En cuanto al mercado nacional, que aún supone el 85% de su facturación, Maite admite que el consumo disminuyó por la crisis sobre todo en la hostelería, pero que en los últimos meses ha hecho nuevos clientes.

Investigar nuevos sabores

Todas las olivas que emplea la firma son españolas: las variedades manzanilla y gordal se compran en Sevilla, y las empeltre, caspe y arbequina, en cooperativas aragonesas. Distinto es el caso del resto de los encurtidos. "Hay que importarlos porque en España ya no se cultivan", lamenta Pilar Lou mientras comprueba con una pipeta la acidez del caldo de envasado en una de sus elaboraciones. El proceso que se aplica a los productos es lo más natural posible, utilizando una mezcla de agua y sal como conservante y para restar amargor.

Como resultado de su investigación, en unos casos, y de las sugerencias de sus clientes, en otros, desde hace cuatro años la marca ofrece también mermeladas y patés. "Este año estrenamos el de harissa, una especia picante de la gastronomía magrebí", anuncia Maite. Así, Aceitunas José Lou conserva el sabor de la tradición sin cerrar la puerta a nuevas creaciones. Porque sus productos son diferentes pero como siempre.