Las palabras que más repitieron ayer los nueve exaltos cargos de Caja Madrid, que dispusieron de una tarjeta black entre 1999 y el 2012, ante el juez Fernando Andreu y el fiscal Alejandro Luzón fueron: pienso, asumo, doy por hecho, era un sistema mixto (representación y personal). Además, dos de ellos reconocieron al togado que el uso y disfrute de este dinero de plástico era un secreto hasta para sus usuarios porque no hablaban de su existencia ni entre ellos ni en los Consejos de Administración.

En la ronda de ayer, que hoy concluye, comparecieron exaltos mandos elegidos a propuesta del PSOE y del PP. El que se llevó la palma fue el exsecretario de Estado de Hacienda durante el Gobierno de José María Aznar, Estanislao Rodríguez Ponga que intentó ofrecer al juez una tesis doctoral sobre las características jurídicas y fiscales de estos productos, según fuentes presentes en su declaración.

Sus explicaciones le sirvieron de poco cuando el togado bajó a los detalles y le preguntó como definiría el alto consumo que había realizado en los supermercados de el Corte Inglés si como gasto de representación o personal. Este imputado no se cortó un pelo y explicó que como consejero de Caja Madrid "era importante hacer regalos porque era parte de su función". El magistrado le reclamó entonces un listado de sus agasajados, pero Rodríguez Ponga le explicó que no podía facilitárselo porque "había pasado mucho tiempo".

TARJETA SÍ, COCHE, NO Previamente, reconoció que cuando llegó a la entidad en el 2006 preguntó si el cargo iba acompañado de coche, chófer, secretaria y despacho. Tras comunicarle que no, le explicaron: "Lo que tiene es tarjeta". Por ello, pensó que podía gastar los 25.000 euros anuales que luego se duplicaron a su antojo porque al ser gastos de representación no tenían que justificarse. A pesar de su experiencia en materia fiscal nunca se tomó la molestia de comprobar si Caja Madrid declarara estos gastos (255.400 euros) al erario público. Al formar parte de tantos consejos de administración, aseguró, no le era fácil deducir en sus nóminas sus pagos al erario, según fuentes presentes en la declaración.

Otros exaltos mandos afirmaron que las tarjetas eran para su uso personal. Jesús Pedroche negó que los consejeros pudieran representar a la caja por su propia definición. Por ello, fue uno de los más vehementes a la hora de defender el uso personal de su tarjeta b. La misma opinión fue defendida por Mercedes Rojo, exsecretaria de Esperanza Aguirre. A pesar de ello, ya ha regularizado su situación con Hacienda. Esta imputada admitió que no comentó con "nadie" que disponía de esta tarjeta. Por su parte, Alberto Recarte, expresidente de Libertad Digital, apuntó que el uso de este dinero