La fundición zaragozana Ebroacero, creada en 1963, ha tenido que afrontar varias amenazas a lo largo de los últimos años. Primero fue la competencia de los países de bajo coste y más recientemente la dura crisis económica, dos obstáculos a los que ha logrado sobreponerse. Y, además, sin recurrir a despidos. Para ello, la compañía ha apostado por adaptarse a las necesidades de sus clientes fabricando totalmente a medida sus piezas de acero moldeado. "La única forma de diferenciarnos de las empresas asiáticas es ofrecer un producto de más calidad y complejidad técnica, las grandes series se las dejamos para ellos", subraya el gerente de Ebroacero, Javier Fernández.

Sus piezas pueden encontrarse en fábricas de cemento, instalaciones hidráulicas o plataformas petrolíferas y son demandadas por el sector naval, la minería y obras públicas, entre otros. En definitiva, por la industria de bienes de equipo, cuyas inversiones se han reducido de forma notable durante la crisis. Por todo ello, la firma, ubicada en el polígono Argualas del barrio de Casablanca, ha ido enfocándose cada vez más hacia el mercado exterior. El año pasado exportó el 63% de su producción, cuando hace diez años este porcentaje apenas alcanzaba el 40%. "La internacionalización de la empresa ha sido fundamental para superar este bache, si no ahora igual estaríamos cerrados", asevera el director comercial de Ebroacero, Ignacio Giménez.

La firma llega actualmente a cerca de 25 países, sobre todo en Europa, pero también en Centroamérica, Norteamérica y Oriente Medio. Su expansión, eso sí, ha requerido de inversiones importantes en los últimos años, aunque también ha logrado conquistar mercados yendo de la mano de sus clientes.

En Aragón, y dentro del sector de la minería, ha trabajado para Samca o Endesa y ahora sus principales clientes son Ringo Válvulas o Maquinaria Meyco. "En el extranjero, por poner algún ejemplo, hacemos piezas para turbinas de gas para Alstom Francia, soportes de timón para Navantia o gateras para la armada australiana", señala Giménez, que aconseja apoyarse en la Cámara de Comercio de Zaragoza o en Aragón Exterior a la hora de salir al extranjero.

El descenso de la carga de trabajo desde los años de bonanza económica --en el 2008 batió su récord al facturar 18 millones de euros y ahora ronda los 12-- no ha conllevado salidas forzosas en la planta zaragozana, que emplea a 90 personas. "Hemos podido aguantar sin hacer despidos, aunque ahora estamos unos 30 trabajadores menos que en el 2008, sobre todo por los que se han marchado por edad", explica Giménez. Recientemente, la empresa incluso ha contratado a 15 relevistas para cubrir las prejubilaciones.

La evolución

Hay que remontarse a la década de los 60 para conocer los orígenes de Ebroacero. Un grupo de directivos de Talleres Mercier, dedicada a la fabricación de bienes de equipo para el sector industrial y ubicada también en el polígono Argualas, vio la necesidad de contar con una fundición que les suministrara el acero. "Al principio trabajaba casi en exclusiva para Mercier y poco a poco se fueron moldeando piezas para los clientes que lo demandaban", señala Giménez.

Más de medio siglo después, solo hay una fundición en España capaz de hacer piezas más grandes que Ebroacero. "Hemos llegado a fabricarlas de hasta 17 toneladas", destaca Fernández.

La empresa adquiere su materia prima (chatarra de acero seleccionada) en firmas aragonesas, la funden y la vierten en los moldes que dan lugar a las piezas. El principal caballo de batalla en su proceso productivo es el coste de la energía. De hecho, la empresa realiza la fundición por la noche.