El Fondo Monetario Internacional ha mostrado esta mañana su "preocupación" por la situación en Cataluña y ha instado a los gobiernos español y catalán a negociar. “Solo podemos esperar que las partes no actúen precipitadamente y negocien. Hay muchos beneficios potenciales para las dos partes si lo hacen”, ha asegurado el consejero económico del FMI, Maurice Obstfeld, durante una conferencia de prensa en Washington, donde esta semana se celebra la reunión bianual del organismo. Obstfeld también ha sostenido que si la crisis política se prolonga tendrá ramificaciones económicas para otros países de la eurozona. “La situación en España es efectivamente preocupante porque causa incertidumbre, tanto para la economía catalana como española”, ha añadido el economista jefe del Fondo.

Hasta el momento, sin embargo, la tensión política y social que se vive en las calles no ha afectado al rumbo de la economía española. El FMI ha vuelto a situar a España como el país que más crece entre las economías avanzadas. Para este año se espera un crecimiento del 3,1% del PIB, solo una décima por debajo del registrado en el 2016. De cara al 2018, se prevé una desaceleración para acabar el año con una expansión del 2,5%, una décima por encima de la previsión de julio.

En estos momentos, ese parece ser el mejor de los mundos posibles porque como ya advirtió la semana pasada el FMI en su informe anual sobre España "las tensiones prolongadas y la incertidumbre relacionada con Cataluña podrían hacer mella en la confianza y las decisiones de los inversores". De momento, sus analistas no han querido calcular los potenciales costes de la inestabilidad política, pero es previsible que el asunto se aborde con más profundidad durante su Asamblea de Otoño que ha comenzado esta mañana en la capital estadounidense.

El optimismo ha vuelto a sus despachos, después de varios años marcados por las dudas. "La recuperación global continúa y lo hace a un ritmo más rápido", asegura su economista jefe, Maurice Obstfeld. "El cuadro es muy distinto al del año pasado, cuando la economía mundial se enfrentó a un crecimiento vacilante y a las turbulencias en los mercados financieros".

La sincronía es la palabra del momento. Europa, China, Japón y Estados Unidos vuelven a crecer al unísono y a unos niveles que, salvo en el caso nipón, superan el 2%. A la mejoría generalizada están contribuyendo las buenas condiciones financieras en todo el mundo, que el Fondo describe como "boyantes", y la estabilidad de las bolsas, que están capeando sin demasiados sobresaltos el proceso de normalización monetaria emprendido por la Reserva Federal.

El empuje de las economías avanzadas ha llevado al FMI a mejorar una décima sus previsiones sobre el crecimiento global, que sitúa este año en el 3,6%, un salto significativo respecto al 3,2% de 2016, la cifra más baja desde el final de la Gran Recesión. En pleno ciclo alcista, el organismo recomienda que se aproveche el viento de cara para acometer las reformas incompletas.

En España, pasan fundamentalmente por mejorar la productividad, todavía por debajo de la media de la eurozona, y por mantener la consolidación fiscal para reducir el déficit y la deuda tras la ligera relajación de los últimos años. Eso piensan al menos sus analistas. "Sobre todo, hay espacio para actuar en el ámbito de los ingresos, incluyendo una reducción gradual en el número de productos y servicios tipificados con el IVA reducido, la reducción de las ineficiencias en el sistema tributario y el aumento de los impuestos medioambientales", decía el informe anual dedicado a la economía española.

En términos globales, el Fondo advierte de que no es momento para la complacencia. "El crecimiento sigue siendo débil en muchos países y la inflación está por debajo de los objetivos en muchas economías avanzadas", sostiene su Informe sobre Perspectivas Mundiales. "A medio plazo los riesgos se inclinan todavía a la baja". En los países ricos, los salarios han crecido demasiado poco y "la desigualdad económica ha contribuido a alimentar el desencanto político y el escepticismo hacia los beneficios de la globalización", dice el informe, que también alerta sobre los costes para la productividad del progresivo envejecimiento de la población.