El escándalo por la manipulación de vehículos no para de crecer en Alemania. Volkswagen, Daimler y ahora BMW se han visto involucrados en el Dieselgate. Según destapó ayer la agencia medioambiental alemana (Deutsche Umwelthilfe), el fabricante de Múnich también instaló un software ilegal en sus coches que le permitía reducir sus niveles de emisiones de óxido de nitrógeno durante los análisis anticontaminación en banco de pruebas.

El informe presentado por esta organización ecologista señala que los nuevos vehículos BMW 320 diésel emitían en la carretera hasta siete veces más de lo permitido por las autoridades y la legislación europea. Siguiendo el modus operandi fraudulento de las otras grandes compañías alemanas, BMW logró engañar los controles medioambientales para que sus vehículos contaminantes pudiesen llegar al asfalto.

La revelación del informe supone un duro golpe para el fabricante bávaro, que hasta la fecha había criticado a sus rivales por instalar dispositivos de manipulación. «No hay dispositivos de manipulación en el grupo BMW», reiteró por última vez el setiembre Harald Krüger, presidente de la compañía. Con estas declaraciones, la prensa alemana se cuestiona ahora si el líder de BMW debería ser condenado por falsedades.