Sacar dinero en un bar, una tienda de ultramarinos o una farmacia de un pueblo se está convirtiendo en una opción cada vez más extendida en el medio rural de Aragón. Es la solución que ofrece Ibercaja en aquellas pequeñas localidades o lugares donde la entidad carece de un cajero automático o una oficina bancaria por contar con una masa suficiente de clientes. El servicio, denominado cashback, está ya disponible en 41 puntos de la comunidad y está teniendo una positiva acogida ya que permite dar una solución eficaz a la dispensa de efectivo en los municipios más despoblados.

Se trata de una posibilidad que se lleva usando con mucho éxito en países como Reino Unido o Estados Unidos. En España esta manera de sacar dinero todavía no está demasiado extendida. Ibercaja empezó a experimentar con ello hace dos años con una prueba piloto que puso en marcha en una farmacia del barrio zaragozano de Valdespartera, que estaba junto a una oficina de la entidad cerrada. La iniciativa funciona y se ha ido extendiendo a otros municipios que carecen de cajero o de una sucursal bancaria.

El cashback, que se traduce como devolución de dinero, es un sistema inventado en los países anglosajones mediante el cual cualquier persona puede sacar dinero a débito en comercios y establecimientos a través de un datáfono o TPV (Terminal Punto de Venta). El procedimiento es cómodo y sencillo. En este caso, basta con ser cliente de Ibercaja y tener una tarjeta de la entidad y pedir al dependiente una cantidad de efectivo que puede oscilar entre 20 y 200 euros. Eso sí, es necesario hacer una compra en el establecimiento de, al menos, un euro.

La entidad ha puesta en práctica este mecanismo en algunos pueblos donde recientemente ha cerrado su oficina por contar con un centenar de habitantes o menos dentro del proceso de reestructuración interno que el banco está desarrollando para mejorar su eficiencia y adaptarse al contexto de baja rentabilidad que vive este competitivo sector.

La propina de los nietos

 «La realidad es que la mayoría de las operaciones en estos sitios eran para dispensar dinero, muchas veces para la propina que los abuelos dan a sus nietos cuando vienen a verlos el fin de semana. Es un servicio que de esta manera seguimos cubriendo», explica la gerente de Negocio de la dirección territorial de Ibercaja en Aragón, Mayte Zamborain. «Nos vamos de algunos pueblos, pero seguimos atendiendo a sus vecinos con soluciones como esta y yendo nuestros empleados directamente a las casas de los clientes siempre que es necesario», precisa.

«Es un producto al que solo le vemos ventajas para todas las partes», afirma. El banco mantiene la operativa del efectivo y a los establecimientos colaboradores no les supone ningún sobrecoste y puede favorecer sus ventas. «Tratamos de negociarlo con las tiendas que lo instalan para ofrecer precios más competitivos», apunta. También es una manera de que el comercio evite la acumulación de efectivo.

El servicio ya funciona en localidades como Guadalaviar, Lidón, Puertomingalvo, Villel, Orihuela del Tremedal o Riodeva, en la provincia de Teruel; Maluenda, Jaraba, Nuez de Ebro o Fuendetodo, en la de Zaragoza; y Villanúa o Jaca, en la de Huesca. En la capital aragonesa también está disponible en una gasolinera de la urbanización Torres de San Lamberto.

Ibercaja no se plantea por el momento poner en marcha en Aragón un servicio de oficina móvil para zonas rurales, como sí hace en La Rioja desde hace un año con un autobús que presta servicio a 27 municipios, una fórmula común también en otra regiones. La entidad lo descarta por la dispersión poblacional que se da en la comunidad, además de por la capitalidad que sigue teniendo su red de sucursales.