Más de año y medio de pandemia a las espaldas están pasando una elevada factura a la salud mental de los trabajadores. El estrés laboral sigue al alza, como los contagios durante esta quinta ola, y los asalariados, especialmente las mujeres, los jóvenes y los profesionales de primera línea, tiran de sedantes. Hasta el punto de que el 23,9% de los trabajadores españoles reconoce recurrir a ellos de manera recurrente. Este es uno de los datos que se derivan de la encuesta de 'Condiciones de Trabajo y Salud', elaborada por la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) y el sindicato CCOO y presentada este martes. "Los datos son escalofriantes", ha enfatizado el secretario general de CCOO, Unai Sordo.

Miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrar otro si esto sucede, estar saturado por exceso de faena, angustia por cobrar un salario que no da para llegar a final de mes, problemas para conciliar el sueño... El panorama que dibuja esta encuesta en la que han participado 25.100 personas, entre los días 26 de abril y el 24 de mayo de este año, es "demoledor", según ha insistido el líder de CCOO. La pandemia y sus múltiples derivadas ha golpeado sobre los cuerpos y sobre las mentes de los trabajadores españoles, agudizando males que ya estaban presentes y originando de nuevos. Y una de los ejes transversales de la encuesta presentada este martes es que si tienes peor salario, tienes muchos más números de vivir con una peor salud.

El 52,7% de los encuestados afirma que su salud, en general, ha empeorado en el último año; casi 20 puntos más que el año pasado, cuando la pandemia estaba empezando. Aunque más que lo físico, los peores datos se encuentran en lo emocional, lo mental. El 60,6% de los trabajadores vive con riesgo de desarrollar algún tipo de problema de salud mental; porcentaje que escala 10 puntos más en el caso de los jóvenes. Los más castigados por los primeros despidos durante la pandemia y que en menos de una década les ha tocado vivir dos crisis de magnitudes extraordinarias.

Como en muchas otras cosas, no todas las profesiones lo están pasando igual de mal. Los trabajadores de alimentación (un cajero o una reponedora) son el perfil que peores datos presenta: el 75,6% vive en riesgo de mala salud mental. Profesionales de primera línea, con salarios que rozan el mínimo en muchos puestos, que no han sido protagonistas de los aplausos desde los balcones que resonaron durante los primeros meses de pandemia, pero sin los cuales la subsistencia hubiera sido imposible. No muy lejos andan los ayudantes de cocina (72,3%), los auxiliares de geriatría (71,4%) o los de enfermería (70,6%). La primera línea pasa factura.