El verbo "remarcar" tiene una acepción que se cree típicamente argentina. No se trata del énfasis con el que se clarifica una idea ni el intento de que algo se perciba mejor. La acción se relaciona con el compulsivo aumento de los precios, suerte de acto reflejo de una cultura inflacionaria de vieja data que irrumpe con cada remezón político. Hasta el pasado sábado por la tarde, cuando Martín Guzmán decidió abandonar el ministerio de Economía, las expectativas inflacionarias de este país eran del 70% a fin de año.

Silvina Bakatis lo ha reemplazado en medio del culebrón entre el presidente Alberto Fernández y su vicepresidenta y mentora, Cristina Fernández de Kirchner, comenzaron a escucharse hipótesis peores. La percepción imperante en este momento es que el primero de los Fernández ha perdido su capacidad de mando y será una suerte de fantasma errante hasta el relevo, en diciembre de 2023. Y eso tiene un impacto inmediato en los mercados y los comercios, a pesar de los llamamientos a la calma de Batakis.

El precio del dólar se ha ido por las nubes. La brecha entre su cotización oficial y la ilegal es del 100%. La portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, habló de "golpecitos de mercado". Al compás de esa escalada, algunos productos experimentaron aumentos de hasta más del 40% en distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires.

Retroalimentación

"Remarcamos por las dudas", se escudan grandes, medianos y pequeños comerciantes. Se pone así en marcha un proceso de retroalimentación que trastoca todas las variantes y la propia vida cotidiana, con claros ganadores y los perdedores de siempre.

La memoria de otras experiencias inflacionarias como las de 1989 y 1991 se reactiva. Desde que ha comenzado la semana, la clase media y alta gasta de más, también "por las dudas". Acumula alimentos y adelanta la compra de objetos electrónicos o un pasaje al exterior.

Compra o vende dólares para no perder la carrera de los precios. Los que no llegaban a fin de mes observan impotentes el modo en que se alejan las expectativas de las cuatro comidas diarias y hasta tres. Según el Centro de Almaceneros, una familia de cuatro personas necesitó en mayo 110.552 pesos (unos 420 euros en el mercado negro) para no ser parte de los 40% de argentinos pobres.

Deuda elevada

El salario promedio de una persona es de 71.651 pesos (276 euros). Se estima que un cuarto de lo que percibe se le va en pagar deudas. Con lo que le queda en este invierno ha salido a abastecerse y detectó, azorado, que los principales productos de consumo básico –azúcar, leches, pastas, mayonesa, café instantáneo, caldos, papel sanitario, yerba mate (infusión tradicional), entre otros- tienen un coste que en poco se parece al de junio.

La OCDE ha augurado un crecimiento de la economía argentina de 3,6% en 2022. Pero esa mejora no llega a los bolsillos de la mayoría. Entre noviembre de 2021 y el último abril, los asalariados perdieron un 19% de su capacidad de compra. Las sacudidas de estos días no harán más que profundizar las dificultades.

Al comentar lo que ocurre en este país, la empresa financiera JP Morgan sostuvo que la existencia de una crisis política es una "condición necesaria" para que se abra la puerta de una inflación superior al 100% o una hiperinflación. "El camino a seguir parece inestable a medida que nos acercamos al año electoral, y hace que cualquier ajuste ortodoxo sea políticamente costoso y, por lo tanto, inviable". Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha compartido el diagnóstico: "La falta de gobernabilidad hace que ningún tipo de cambio sea la suficientemente atractivo".

El FMI entra en escena

Con este trasfondo turbulento, Batakis se comunicó con la directora del FMI, Kristalina Georgieva. "Muy buena comunicación telefónica con la ministra para discutir la implementación del programa de Argentina. Esperamos continuar con nuestro compromiso constructivo para promover la estabilidad económica y el crecimiento inclusivo en Argentina en un entorno global muy desafiante". El Gobierno peronista refinanció meses atrás 44.000 millones de dólares contraídos por la anterior administración de derechas. Argentina ha pactado con el FMI alcanzar el déficit cero de las cuentas públicas en 2024, reducir significativamente la inflación, y recortar los subsidios estatales al precio de la energía, que en 2021 alcanzaron al 2,3% del PIB.

La invasión rusa y sus consecuencias en el mercado de los hidrocarburos ya habían vuelto imposibles de materializar esos puntos del acuerdo. El actual escenario vuelve incluso más dudoso su cumplimiento. No faltará mucho tiempo para que Batakis le reclame al organismo "remarcar" las metas anteriormente fijadas, aunque en el sentido inverso de lo que sucede en almacenes, supermercados y verdulerías. Entre otras razones, porque el kirchnerismo y los movimientos sociales presionan para que se instituya un salario básico universal que beneficie a millones de desamparados. Su coste podría ascender a 1,8% del PBI.