Prohibición de vuelos

La prohibición de vuelos interiores en Francia, una medida más simbólica que eficaz

El dispositivo solo afecta los viajes del aeropuerto parisino de Orly a Lyon, Nantes y Burdeos

Un avión de Air France.

Un avión de Air France. / EFE

Enric Bonet

Una medida novedosa, pero con poco impacto real. Aprobada en 2021, la prohibición de vuelos interiores en Francia ha sido finalmente promulgada el 23 de mayo pasado. Las aerolíneas ya no pueden operar entre aquellas ciudades francesas en que exista una alternativa ferroviaria de menos de dos horas y media. El ministro de Transportes, Clément Beaune, presumió de que se trata de “un símbolo fuerte” y “una primicia mundial”. Aunque Francia se ha convertido en el primer país europeo en adoptar una política de este estilo, las condiciones y la letra pequeña hacen que tenga unas consecuencias muy limitadas en la reducción del tráfico aéreo y las emisiones de CO2.

Este dispositivo formaba parte de una ley climática más amplia aprobada hace dos años. No ha entrado en vigor hasta ahora debido a una denuncia por parte de la patronal del sector aéreo y una investigación de la Comisión Europea. Esa legislación de 2021 pretendía hacer realidad las propuestas de la Convención Ciudadana del Clima, una asamblea compuesta por 150 ciudadanos elegidos por sorteo que elaboró una batería de 150 interesantes medidas para combatir el cambio climático. Pese a la promesa de adoptarlas “sin filtro”, el Gobierno de Emmanuel Macronterminó descartándolas o aprobándolas con menos sustancia. Un ejemplo icónico de ello fue la prohibición de vuelos interiores. 

Solo tres líneas aéreas afectadas

La Convención Ciudadana había propuesto la prohibición de aquellos viajes aéreos en territorio nacional siempre que hubiera una alternativa ferroviaria de menos de cuatro horas. Su objetivo era reducir las emisiones de dióxido de carbono del tránsito aéreo, el método de transporte más contaminante. Un pasajero en un vuelo interior en Francia emite de media 258 gramos de CO2 por cada kilómetro recorrido, mientras que son 147 en el caso del que viaja en coche y solo 3,34 en tren de alta velocidad.

El Ejecutivo centrista decidió limitar la supresión de vuelos en aquellos casos en que existiera una alternativa ferroviaria de menos de 150 minutos. Le añadió, además, una letra pequeña que vació aún más su impacto. La distancia en tren no se calcula entre las ciudades afectadas, sino entre el aeropuerto —en caso de que tenga una estación de tren de alta velocidad— y la localidad. También se tiene en cuenta si hay conexiones ferroviarias directas y con regularidad, así como los precios de los billetes no demasiado elevados.

Todo esto hizo que la supresión de vuelos solo afecte tres líneas aéreas: los viajes del aeropuerto parisino de Orly a Lyon, Nantes y Burdeos. En cambio, Air France sí que mantendrá sus conexiones entre el aeropuerto de París Charles de Gaulle —el más importante de la capital— con las mismas tres localidades.

Una reducción del 0,01% de emisiones de CO2

“Estas prohibiciones afectan solo a tres de más de 100 conexiones aéreas internas. (…) Resulta muy insuficiente, el beneficio para el clima es prácticamente inexistente”, lamentó Sarah Fayolle, responsable de cuestiones de movilidad para Greenpeace Francia. Ante las críticas por el escaso impacto, el ministro Beaune prometió que “vamos a ir más lejos”. “Espero que varios países europeos imiten esta medida”, añadió en declaraciones a France Info.

No obstante, su entrada en vigor el 24 de mayo casi no ha conllevado ningún cambio. De las tres líneas afectadas, dos de ellas ya habían sido suprimidas por Air France en 2020 por petición de Gobierno y la tercera por iniciativa de la misma aerolínea. Su cancelación afecta menos de 5.000 trayectos anuales, es decir, el 2,5% del total de los vuelos internos. Y solo representaban el 3% de los pasajeros del tráfico aéreo interior.

La propuesta de la Convención Ciudadana tenía como objetivo reducir en un tercio las emisiones de los vuelos interiores. Sin embargo, el dispositivo final solo afecta el 2,6% de estas emisiones y el 0,23% del conjunto de las producidas por el tráfico aéreo en Francia (y el 0,01% del total de CO2 emitido en el país vecino). Pese a establecer un precedente interesante, esta prohibición de vuelos interiores tiene un alcance muy limitado. Y su impacto resulta mínimo.