Las dos protagonistas de los mayores concursos de acreedores de la historia de Aragón están a un tris de regresar del inframundo fiscal tras más de una década luchando por evitar la liquidación. Nozar y Nyesa, las promotoras inmobiliarias con ADN aragonés a las que la losa del ladrillo arrastró casi a la quiebra en 2009 tras el estallido de la burbuja, navegan para salir de su agónica situación como dos de los mayores deudores de la historia de España (con 1.500 millones de euros la primera y 1.300 la segunda). Son una rara avis, pues no pocos competidores y compañeros tocados por el ladrillo cayeron en desgracia, desde Martinsa Fadesa a Reyal Urbis, entre otras.
Corría el año 2008 cuando Nyesa (nacida de capital aragonés como Naturaleza y Espacio SA) había galopado al alza para situarse entre las compañías estrella del mercado inmobiliario. La empresa había sido la responsable de buena parte del crecimiento inmobiliario en el anillo metropolitano de Zaragoza: suyas fueron miles de viviendas en la capital aragonesa, Cuarte de Huerva, Cadrete o La Muela, además de promociones en Jaca y Sabiñánigo. Tan bien iba la cosa que incluso se lanzaron al negocio hotelero, con una filial propia que adquirió el 50% del Hotel Meliá de Zaragoza.
Eran los años de la fiesta financiera, en los que «ibas a una feria con una promoción y volvías con todo vendido», recuerda Carlos Lafuente, uno de los históricos de la compañía y ahora responsable jurídico de Nyesa, lo que permitió a la entidad abrir un proceso de diversificación que se vio truncado con la crisis de las subprime en 2008.
Sin embargo, Nyesa tenía otros planes, como dar el salto al parqué con un capital casi 100% aragonés. Estaba casi hecho cuando sobrevino el crac del ladrillo, comenzaron las deudas y la CNMV empezó a mostrar sus reticencias. Fue entonces cuando la aragonesa integró a la siderúrgica catalana Inbèsos, que ya cotizaba en el mercado continuo de valores, y juntas comenzaron a cotizar mientras expandían sus negocios inmobiliario por Portugal y Costa Rica. Poco después, el 29 de septiembre de 2011, el grupo Nyesa dejó de cotizar en bolsa tras acogerse de forma voluntaria un pre concurso de acreedores con una deuda que superaba los 1.300 millones de euros. El mayor de la historia de Aragón.
Desde entonces, el viaje ha sido cuanto menos complicado. En 2014, el Juzgado de lo Mercantil Número 1 de Zaragoza declaró a Nyesa en concurso y aprobó el convenio con los acreedores. Cuando estaban cumpliendo, en 2020, tuvieron que renegociar el acuerdo por los cambio en la ley concursal. «Hemos sido leales y hemos sacado un reconvenio bastante digno. No planteamos ninguna quita adicional, sino una ampliación de las esperas para empezar a pagar en 2026. Fue aprobado por el 61% de los acreedores y sin votos en contra», explica Liberto Campillo, el director de Desarrollo y Expansión de Nyesa. «Ahora es cuando estamos viendo ya la luz al final del túnel. Hasta ahora ha sido una lucha constante contra la liquidación, pero nos quedan solo 16 millones de deuda concursal. En 2024 esperamos obtener por fin resultados positivos», relata Campillo.
Mientras tanto, Nyesa quiere resurgir. La compañía ha ampliado su capital y aprobó en junio de este año la incorporación de un activo al que fían su futuro más próximo: se han hecho con el 50,03% de Henara, una gestora de cooperativas de vivienda con la que aspiran a conseguir 15 millones de beneficios en los próximos tres años –prácticamente la deuda concursal que deben afrontar antes de 2026– a lo que sumarán las inversiones ejecutadas en los últimos años, como un hotel en Ejido (Almería), el edificio de oficinas Torres de Hércules en Cádiz y otro complejo hotelero y residencial en Benidorm.
«El camino no ha sido fácil, ni mucho menos, y aún estamos en el concurso de acreedores. Cuando estás en uno eres como un apestado para los bancos», reconoce Liberto Campillo, que accedió al núcleo duro de Nyesa en 2019 y cita a Jean Cocteau para resumir la travesía del último lustro de la compañía: «Decía el filósofo que lo consiguieron porque no sabían que era imposible. Pues eso: nos quedan 16 millones para sacarlo por fin». Mientras tanto, Nyesa Zaragoza Vivienda seguirá en lo más alto del podio de los morosos de Hacienda en Aragón al ser una filial en liquidación que debe al fisco 26,3 millones de euros.
La resurrección de Nozar
No menos relevante es el caso de Nozar, el otro gran protagonista de esta breve historia del descenso a los infiernos fiscales made in Aragón. La firma de los Nozaleda logró salir en 2021 de uno de los mayores concursos de acreedores de España tras atesorar una deuda superior a los 1.300 millones de euros. La compañía fundada por los hermanos de origen mexicano Luis y Juan Carlos Nozaleda tuvo una fuerte conexión con Aragón, pues en tierras oscenses se ubican dos de las joyas de su corona: la bodega Enate (Viñedos y Crianzas del Alto Aragón) y la empresa Aguas de Panticosa, propietaria del balneario homónimo.
El pinchazo de la burbuja arrastró a Nozar a uno de los primeros grandes concursos de acreedores en 2009 con una deuda que superaba los 1.500 millones de euros. Estuvo coqueteando con la liquidación más de una década, aunque sin parar su actividad, hasta que a finales de 2021 logró que la Justicia aprobara el convenio de acreedores con quitas –condonaciones de deuda– que oscilaban entre el 95% y el 97%, además de un calendario de pagos con Hacienda de cuya lista negra ya ha desaparecido pese a que aún deben desembolsar al fisco 50 millones de euros. Así lo publicó el diario económico Cinco Días con unos datos que confirmaron a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN fuentes directas de Nozar, que añaden que en 2022 facturaron 180 millones de euros.
Al contrario que el grueso de las grandes promotoras que cayeron el concurso con la crisis financiera, Nozar mantuvo su actividad. Lanzó un paquete de construcción de viviendas que superaba los 2.500 pisos para obtener una facturación cercana a los mil millones de euros. E incluso han regresado a Zaragoza con una promoción frente a la sala Oasis, en la calle Conde de Aranda. La compañía ya dispone de la licencia de obra y del crédito promotor, por lo que esperan comenzar las obras en septiembre para certificar el regreso de Nozar al mercado inmobiliario aragonés para mediados de 2025.
Mucho antes, allá por el año 2005, cuando la empresa era un auténtico trasatlántico inmobiliario, los Nozaleda se hicieron con una de las parcelas más codiciadas del barrio del AVE por 82 millones de euros en una subasta pública en la que se duplicó el precio sobre la expectativa inicial. Allí querían levantar Torre Nozar, un edificio de 30 plantas con 285 viviendas frente a la Estación Delicias. El proyecto (visible en la fotografía abajo a la izquierda) acabó siendo recuperado por Plaza 14, que le compró los suelos a Ibercaja, que a su vez los había heredado tras hacerse con la CAI.
Y en esas andan ahora Nozar y Nyesa, dos supervivientes del batacazo inmobiliario que representan dos rara avis en el mundo concursal español. Mientras la inmensa mayoría de las promotoras inmobiliarias culpables –bien por ignorancia, bien por ambición desmedida– del desastre cayeron en desgracia, estas dos compañías con sangres aragonesa resurgen ahora de las cenizas.