Como todas las mañanas desde que comenzó el estado de alarma, Víctor Tisner se pone sus guantes, su mascarilla y coge el carro de reparto dispuesto a entregar todo el correo ordinario que sigue llegando a los hogares del barrio de Valdefierro. La situación es muy diferente a la que vivía antes de la llegada del covid-19 debido a que ahora «tenemos que mantener la distancia entre compañeros, estamos menos plantilla, he aumentado mi ruta para sustituir a personas que por patologías previas tuvieron que pedir la baja y la relación es más distante con las personas a las que entregamos el correo». Tisner asegura que la gente sigue comprando por internet y que, a pesar de haber perdido bastante clientes de comercio on line, la filial Correos Express sigue repartiendo sin descanso este tipo de mercancías. Tisner asegura que «la peor sensación fue la primera semana» porque cambió todo «radicalmente» y tuvo que «cambiar los hábitos y el comportamiento» al que estaba acostumbrado después de llevar un año trabajando en la misma zona. Sin dudarlo, lo que más echa de menos es el contacto que antes tenía con las personas. Ahora, cuenta que la situación es «angustiosa porque voy solo por la calle y viendo todo cerrado, lugares a los que estaba acostumbrado a entrar porque siempre tenían mensajería». Este joven cartero explica que el correo que él considera más importante es el que se produce entre familias. «Hay personas que hacen mascarillas de telas y las mandan a sus seres queridos y, aunque no vemos lo que hay dentro, el que lo recibe siempre lo comenta porque es un paquete esperado».