—¿De dónde viene tu gusto por las instalaciones frigoríficas y la refrigeración?

—Desde pequeño empecé jugueteando con los coches radiocontrol que me regalaban mis padres. A la semana estaban ya desmontados porque siempre los abría y hacía cualquier cosa como un barquito, siempre los modificaba. Con el paso del tiempo fui cogiéndole el gusto y aprendiendo cosas y llegué a meterme al grado.

—¿Cómo surgió la posibilidad de ir hasta Abu Dhabi?

—Fue mi tutor el que me lo ofreció. Me lo dijo sin más que si me apetecía y yo le dije que sí por ser una experiencia más. No me dijo nada de premios ni de nada, que no había, solamente por la experiencia.

—Pero antes del Mundial hubo otros pasos.

—Primero el de Aragón, que es el primero que se hace, uno por cada comunidad. Después se hace el Spain Skills, que viene un competidor de cada comunidad y se hace en Madrid y ya tocan el Mundial y el Europeo.

—¿Cómo fue la experiencia por Madrid?

—Fue muy bien. Estuvimos compitiendo tres días con pruebas bastante variadas.

—¿Cómo te has estado entrenando para el Mundial durante el año que ha pasado entre la competición de Madrid y la de Abu Dhabi?

—Fue muy complicado para mí por el tema de los estudios y del trabajo. Estuve medio mes yendo por las mañanas a entrenar y por la tarde a estudiar. Me echaba a la cama muerto (risas). Solía venir a las 8.30 horas al instituto hasta las 12 generalmente, aunque algunos días me quedaba hasta las 15.00 horas. A las 15.30 horas empezaba el grado superior hasta las 21.00 horas. El entrenamiento consistía en montar lo que teníamos y lo que intuíamos que nos iban a poner. No lo sabíamos al cien por cien, pero nos hacíamos una idea.

—¿Qué tal fueron los días por Abu Dhabi?

—Muy calurosos. Estuvo muy bien y fue una experiencia única y recomendable para cualquier estudiante de ciclo formativo. En total fueron diez días de viaje y fueron solamente cuatro de competición. Tuvimos antes y después días libres para disfrutar y excursiones en grupo. Por ejemplo, nos llevaron a Dubái, al Burj Khalifa.

—¿En qué consistieron las pruebas?

—La primera consistía en mecanizar, que era una parte de la siguiente prueba, por lo que había que hacerlo bien para poder incorporar la figura del primer día. En el segundo día, la prueba consistía en fabricar una bancada donde en un lado hacíamos una pista de hielo y en el otro calentábamos agua. Hicimos en un tamaño más pequeño lo que hacen los hoteles o cualquier centro comercial hoy en día, que es calentar agua de una piscina y tener pista de hielo al lado. El último día nos pusieron dos averías de un aire acondicionado, una mecánica y otra eléctrica y teníamos que arreglarlas, tomar datos y dejarlo en marcha.

—¿Cómo te sentiste cuando te dieron la medalla de cobre?

—La entrega de medallas no se hizo el mismo día que la entrega de premios, fue un día después y no me lo esperaba la verdad. No sabía la posición que tenía ni los puntos y pensé: «Genial, algo me he llevado».

—Y el próximo reto, Budapest.

—Ese lo veo con más posibilidades porque no están los japoneses. Me veo más capacitado, pero hasta septiembre del año que viene aún queda.

—¿Qué ha supuesto para ti este reconocimiento y el hecho de estar entre los mejores?

—Se lo digo siempre a mi tutor, que solamente estuvimos 1.300 alumnos de todo el mundo y lo veo como un partido de fútbol de estos importantes que solamente van los elegidos. No le pasa a todo el mundo y es una oportunidad única en la vida.

—Ahora se te rifarán.

—Un día después de aterrizar, un profesor me dio una oferta y otro profesor me dijo que podía llamar a una empresa que estaría dispuesta a contratarme.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos?

—El plan que me gustaría de verdad sería seguir estudiando el grado superior. Ya tengo dos grados medios, que es el de frío y calor que son dos grados en tres años. Después me gustaría entrar en ingeniería mecánica para abrirme después una empresa de frío industrial. Ese es el camino que quiero seguir a menos que surja otra posibilidad y no pueda.