Una pieza de fruta de temporada cuesta 30 céntimos, entre cuatro y cinco veces menos que el precio de una napolitana de chocolate, un donut o una palmera. La repostería es, incluso, más cara que una pulguita (un bocadillo de pequeño tamaño) y casi igual que un bocata normal de tortilla de patata. Esta es solo una de las experiencias que se llevan a cabo en centros educativos aragoneses para promocionar los hábitos saludables entre el alumnado y desterrar de la dieta aquellos alimentos que nos aportan muy pocos nutrientes y que tienen un impacto negativo en la salud.

El IES Pirámide de Huesca lleva 15 años vendiendo furta en la cafetería a un precio simbólico. Se venden piezas de temporada (manzanas, plátanos, naranjas, mandarinas sobre todo) a un precio de 30 céntimos con el objetivo de fomentar el consumo de frutas en los recreos tanto para el alumnado como parta el profesorado del centro. «Tiene muy buena aceptación por parte de la comunidad educativa y está subvencionado por el centro, dentro de las actividades enfocadas a generar hábitos de salud», insisten desde el centro.

El instituto pretende que los almuerzos estén presididos por la fruta y el bocadillo, relegando a un segundo plano la bollería. «No tenemos cifras, pero lo que sí podemos asegurar es que es una opción demandada por el alumnado. En la cafetería del centro el consumo de un bocadillo recién hecho (frío o caliente) tiene un precio bajo para fomentar su consumo y el de la fruta y desincentivar el de la bollería. Evidentemente se sigue vendiendo algo de bollería pero lo que más se consumen son los bocadillos», indicaba el director del centro en una entrevista reciente a este diario.