Durante muchos años saber inglés ha sido fundamental para trabajar y comunicarse con el resto del mundo. En los colegios e institutos este idioma está cada vez más presente en distintas asignaturas y se intenta que el alumnado lo aprenda lo antes posible. Algo parecido sucede actualmente con la programación, el idioma que utilizamos los humanos para comunicarnos con las máquinas y decirles lo que queremos que hagan. Cada vez más centros educativos incluyen contenidos de programación en algunas materias o en forma de talleres o actividades estraexcolares. Para muchos expertos, saber programar va a ser una herramienta imprescindible para los trabajadores del futuro y para quienes usan a diario las nuevas tecnologías. Muchos ya lo definen como «el inglés del siglo XXI» y una competencia indispensable para los nativos digitales.

«Hoy en día llevamos ordenadores en el bolsillo (teléfonos), en la muñeca (relojes), además de los clásicos de sobremesa o portátiles y tabletas. Casi cualquier aparato moderno incluye ciertas capacidades de programación. Si conocemos los principios básicos de cómo funcionan estas máquinas y tenemos ciertas habilidades a la hora de manejarlas, nuestra interacción con el mundo actual será más sencilla y efectiva», explica Fernando Tricas, vicerrector de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) de la Universidad de Zaragoza.

Esto no quiere decir que todo el mundo se convierta en programador. «Los conceptos que hay detrás de un programa informático son bastante sofisticados y requieren de un nivel de abstracción importante», detalla el profesor universitario. Sin embargo, se pueden aprender algunas nociones básicas desde pequeños con un objetivo sencillo, según Tricas: que los jóvenes «se aproximen a la tecnología sin miedo y tratando de comprender esos conceptos».

De esta manera, dejaríamos de ser meros consumidores de tecnología para convertirnos en usuarios activos. Por ejemplo, dice el experto, «comunicándonos con los programadores de manera más eficaz para conseguir que las soluciones que se desarrollen sean más adecuadas para nosotros».

Para aprender a programar es importante tener claro este concepto. La programación va más allá del código binario, los 0 y 1 con los que se escribe la información digital y cuya representación del número 2 es el 10. Fernando Tricas define programar como «escribir las instrucciones adecuadas para que una computadora ejecute las acciones necesarias para resolver un problema de manera más o menos autónoma». Es decir, decirle a una máquina lo que tiene qué hacer y cómo tiene que hacerlo. Para ello se utilizan los lenguajes de programación, un código que permite indicar de manera clara, concisa y sin equívocos las acciones a ejecutar.

Pero, ¿por qué aprender a programar? Principalmente, porque las de programador o informático prometen ser algunas de las profesiones con mayor proyección laboral de los próximos años. Según un estudio reciente de la Unión Europea, más del 90% de las ocupaciones profesionales ya requieren alguna competencia en TIC y el número de puestos de trabajo que requieren habilidades tecnológicas aumentará en 16 millones para el año 2020. Son los denominados perfiles STEM, siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas.

Por tanto, la programación es una herramienta importante para desenvolverse en el mundo actual pero también para encontrar empleo en el futuro. Según indica el vicerrector, «tener competencias en estos temas mejora nuestra capacidad de comprender el mundo, enfrentarnos a él y tener más oportunidades laborales».

Además de las ventajas en el entorno laboral, saber programar permite desarrollar el pensamiento computacional. «Este concepto tiene que ver con un proceso de razonamiento que permite analizar mejor los problemas (de cualquier tipo) cuando vamos a resolverlos», explica Tricas. Hay implicadas cuestiones como la abstracción, la organización lógica, el dividir un problema grande en problemas más pequeños, representación de la información, generalización, etc. En definitiva, programar implica definir un problema, estructurar información y seguir una estrategia para resolverlo.

Tricas insiste en que aprender a programar en la escuela «no se trata tanto de utilizar herramientas informáticas, sino de proporcionar habilidades de programación y de resolución de problemas». Y es que la programación abre todo un mundo de posibilidades a nuestro alcance, desde desarrollar programas y sistemas, a crear una página web o una aplicación para móviles, pasando por diseñar un juego de ordenador, manejar la impresión 3D o construir nuestro propio robot.

Hoy en día existe un debate en la comunidad educativa sobre si la programación debería ser una asignatura independiente en las escuelas o debería integrarse dentro de otras materias, como las matemáticas o las tecnología. Sobre este dilema, Tricas explica que las iniciativas que mejor están funcionando en otros países, como Reino Unido, tienen que ver con la integración dentro de otras asignaturas. «No se trata de introducir una nueva asignatura que los estudiantes vean como ajena al aprendizaje, sino de integrarla como parte de la solución de los problemas a los que se enfrentan en otras materias que ya tienen», concluye.