Ver a un bailarín dando vueltas sobre su cabeza, en una tarima, mientras un jurado toma notas y otorga medallas podría ser realidad si el Comité Olímpico Internacional (COI) decide finalmente llevar el break dance a los Juegos Olímpicos de París 2024. La respuesta la sabremos a finales de junio, cuando el organismo que organiza esta competición dicte sentencia. Junto al break dance, podrían mantenerse otros deportes como el surf, el skate board y la escalada, que ya han sido incluidos para Tokio 2020.

El break dance o breaking es un estilo de danza urbana que surge en los barrios marginales de Nueva York en la década de los 70. Desde entonces, ha ido evolucionando hasta convertirse en una disciplina con millones de adeptos en todo el mundo, algunos de los cuales se han profesionalizado a niveles extremos y compiten en eventos internacionales como el Battle of The Year, el equivalente al Mundial de esta disciplina, o el Red Bull BC One, la competición de breaking más vista en televisión.

Pero la posible llegada del break dance a unos juegos olímpicos no ha dejado indiferente a nadie, ni a los propios b-boys y b-girls que lo practican y lo consideran más un arte que un deporte, ni a deportistas de otras disciplinas que llevan tiempo luchando para que sus modalidades sean incluidas en la familia olímpica, como ocurre, por ejemplo, con el kárate.

¿Es el breaking un deporte o un arte? «Es una dualidad que siempre ha existido. Según donde lo coloques, puedes verlo de una manera u otra», asegura Nacho Fernández, un veterano b-boy de Zaragoza ganador de la edición española de Battle of Year durante varios años y que ha competido en eventos internacionales en los Estados Unidos. «De una manera romántica, el ideal que representa el breaking es el de arte y forma de expresión», explica este joven, que reconoce que esta disciplina tiene mucho de deporte y de hecho hay quien la denomina danza atlética. «Cuando bailamos, a nivel de esfuerzo cardiovascular, es como si corriéramos los 200 o 400 metros lisos», justifica.

Este informático de profesión forma parte actualmente de la compañía Circle of Trust, que mezcla el breaking con otros estilos de danza, teatro y audiovisuales y que estrenó su última producción, Códice, en el Teatro Principal hace unos meses. «Hay gente del mundo del breaking que no está a favor de incluirlo en las olimpiadas porque se dedica a ello profesionalmente como un arte, haciendo espectáculos en teatros y festivales», explica.

Fernández cree que el motivo principal para incluir el breaking en los juegos olímpicos es «rejuvenecer» esta competición deportiva. «Creo que lo han valorado para atraer a la gente joven con deportes y disciplinas más modernas y actuales».

Personalmente, ve positivo que el breaking vaya a los juegos. «Le va a dar mucha visibilidad al movimiento. Mucha gente no lo conoce o lo conoce de una manera más superficial y va a poder profundizar», sostiene. Además, sería un «gran impulso» para quienes se dedican a ello de manera profesional, porque «van a tener más alternativas» aunque, asegura, «el breaking no piensa en medallas».

Críticas desde el tatami

El mundo del kárate ha sido uno de los más críticos con la entrada del break dance, el surf o el skate board en las olimpiadas. Este deporte lleva años luchando fuera de los tatamis por pertenecer a la familia olímpica, algo que sucederá en Tokio 2020 pero que no se repetirá en París 2024.

Ana Isabel Clavero, presidenta de la Federación Aragonesa de Kárate, explica que el principal argumento del COI para no incluir el kárate en los juegos es que ya hay otras artes marciales, como el judo y el taekwondo. No obstante, indica Clavero, «la natación tiene muchas modalidades olímpicas, es decir, hay deportes que están hiperrepresentados, y otros, poco o nada».

Por ello comparte las críticas de las federaciones nacionales e internacionales de kárate a la decisión del COI de introducir estas modalidades de veinteañeros. «De entrada el break dance no está considerado un deporte y no sabemos en qué se basa el COI para incluirlo. Se supone que para participar en unas olimpiadas hay que tener unas normas de arbitraje muy estrictas y un sistema de valoración muy consolidado», detalla.

La presidenta de la FAK cree que la decisión responde más a intereses comerciales y al hecho de que Francia no pasa por su mejor momento en deportes como el kárate y ve en el break dance una oportunidad de conseguir más medallas, ya que «es un país donde este estilo se practica mucho».

Según Clavero, para España sería «una gran oportunidad que el kárate fuera olímpico, ya que contamos con muy buenos competidores». También para los karatekas, ya que «las ayudas a las que pueden optar por ser olímpicos son más elevadas y permiten dedicarse al deporte de manera profesional sin tener que compaginarlo con otros trabajos».