Los estudiantes de 2º de Ciclo Formativo de Grado Medio del Colegio San Vicente de Paúl de Zaragoza, junto con nuestra profesora de Empresa y Administración, vivimos una experiencia que difícilmente podremos olvidar: la posibilidad de asistir a dos juicios en la Audiencia Provincial y conocer de cerca a los magistrados que iban a formar parte de cada uno.

De camino hacia la Audiencia, el nerviosismo se palpaba en cada uno de nosotros. No se trataba de una visita cualquiera. Para la mayoría de nosotros tener la oportunidad de presenciar un juicio era totalmente novedoso y aunque habíamos estudiado en el colegio con nuestra profesora los distintos órganos judiciales que integran la Administración de Justicia de nuestro país, desconocíamos totalmente cómo eran por dentro.

Eran poco más de las 10 de la mañana y a las 10.30 horas daba comienzo el primer juicio. Sólo sabíamos que se trataba de un caso de estafa. Se nos dijo que podíamos pasar a la sala donde se iban a celebrar los juicios, y allí, el presidente de la sala nos facilitó información sobre el caso así como las conclusiones provisionales realizadas por el Ministerio Fiscal.

Cuando se acercaba la hora de dar comienzo al primero de los juicios, empezaron a tomar asiento cada una de las partes: el fiscal, la acusación particular, el abogado defensor y los tres magistrados. Durante hora y media tuvimos la oportunidad de escuchar a cada una de las partes, así como al acusado y los peritos. El juicio quedaba listo para sentencia.

El segundo de los juicios era de tráfico de drogas, pero duró muy poco porque las partes habían llegado a un acuerdo y quedó listo para sentencia.

El presidente de la Sección III de la Audiencia, así como otro de los magistrados que le acompañaba, tuvieron la amabilidad al finalizar los juicios, de responder a las inquietudes que teníamos y de facilitarnos información que desconocíamos sobre los jueces y la justicia en general.

Hemos tenido la oportunidad de conocer de cerca a los que tienen en su mano velar por una sociedad justa y una convivencia pacífica y sorprendentemente, hemos descubierto que como nosotros, son personas de “carne y hueso”, cercanas, empáticas y muy comprometidas con su trabajo.

Nos quedamos con una última reflexión: los requisitos que requiere un juez son los de todas las funciones que tienen algo de espiritual: la sabiduría, la rectitud moral, la diligencia en el cumplimiento de los deberes que el cargo impone, la experiencia y la lealtad del juzgador con el espíritu de la ley.