Este mes de marzo se cumple un año del inicio de la pandemia de coronavirus y del confinamiento decretado para detener su propagación. Hace ahora doce meses, los ciudadanos nos quedamos en casa para combatir a un enemigo minúsculo y hasta entonces desconocido. Comenzaba una crisis sanitaria que ha dejado en Aragón casi 110.000 contagios y 3.300 personas fallecidas a causa del covid-19.

Aunque el confinamiento domiciliario duró solo tres meses (ahora hasta parece poco), nuestra vida no ha vuelto a ser como era antes de aquel 14 de marzo. Toque de queda a las 11 de la noche, cierre de bares y tiendas no esenciales a las 8 de la tarde, no poder viajar a otras comunidades o reuniones de solo seis personas son algunas de las limitaciones que todavía se mantienen a causa de la pandemia.

Para garantizar la salud de la población, el Gobierno de España ha tenido que declarar hasta en dos ocasiones (marzo y octubre del 2020) el estado de alarma, un instrumento jurídico que contempla la Constitución para poder «tomar medidas excepcionales ante situaciones excepcionales, como un incendio, una epidemia o una inundación», explica Pepe Tudela, profesor de Derecho de la Universidad de Zaragoza.

Muchos derechos y libertades de la ciudadanía, como el de reunión o libre circulación, se han visto alterados por las medidas tomadas para frenar los contagios. En Aragón hemos atravesado hasta cuatro olas de la pandemia, una más que el resto de España, debido al pico de casos en verano con la llegada de los temporeros y las condiciones tan precarias en las que viven.

Un "antes y un después" en nuestra vida cotidiana

Todo esto «ha supuesto mucho en la vida cotidiana de cada uno de nosotros y para la gente joven ha sido especialmente duro», afirma Tudela, ya que «las relaciones sociales se han visto truncadas». «La pandemia ha tenido un efecto en la sociabilidad muy grande, y a edades entre los 16 y los 20 años, es muy importante salir, conocer gente e incluso tener las primeras relaciones sentimentales», añade el profesor.

Insólita estampa de la avenida Goya de Zaragoza, completamente vacía, tras el estallido de la crisis sanitaria del covid-19. FOTO: JAIME GALINDO

El contacto humano se ha visto reducido por el uso de mascarillas y la distancia social. Pero además, el coronavirus ha alterado muchos aspectos de la vida cotidiana, como el trabajo, los estudios, la forma de desplazarse e incluso de hacer compras. Para el experto en leyes, la pandemia «ha marcado un antes y un después» y «muchos de los cambios que se han producido han llegado para quedarse».

Palabras como teletrabajo o educación virtual se han hecho un hueco en nuestro vocabulario. Son muchas las empresas que han implantado sistemas para que los trabajadores no tengan que desplazarse hasta la oficina y que incluso se lo plantean de forma definitiva.

El uso del transporte público ha descendido y los medios más sostenibles se han abierto un hueco en la ciudad: cada vez se ven más bicicletas y patinetes circulando por las calles. Otro fenómeno que ha traído la pandemia es el auge de las compras por internet, así como el de los pagos con tarjeta, en detrimento del dinero en metálico.

Algunos cambios positivos y una crisis económica

Para Tudela, algunos de los cambios que ha traído la pandemia son muy positivos. Un ejemplo es el desarrollo de la vacuna, que «ha sido un éxito» ya que se ha logrado tener en apenas un año y «va a suponer grandes avances en la investigación de nuevas terapias en el futuro».

Por otro lado, el profesor recuerda que la crisis sanitaria «está teniendo consecuencias muy desiguales en la población». Profesionales como los hosteleros o los comerciantes lo están pasando muy mal debido a las medidas sanitarias para detener al virus, que están teniendo una «duración extraordinaria» y «han sumido a muchos hogares en una situación dramática».

La llegada de la vacuna ha supuesto una inyección de optimismo pero el fin de la pandemia queda todavía lejos y no sabemos con qué sociedad nos vamos a encontrar cuando todo esto acabe y salgamos a la calle sin mascarilla. Según Tudela, «nos vamos a despertar en un mundo muy distinto al de hace un año», ya que «la pandemia ha acelerado muchas tendencias sociales que estaban ahí pero que se han precipitado hasta 10 años».

Gente aplaudiendo en los balcones al personal sanitario durante el confinamiento domiciliario de marzo a mayo del 2020. FOTO: ÁNGEL DE CASTRO

¿Cómo será el mundo poscoronavirus?

El actual estado de alarma que permite a las comunidades tomar medidas para para evitar nuevos contagios según la situación sanitaria termina en mayo y su prorroga dependerá de la incidencia y el número de casos que deje el paso de la Semana Santa.

Para el profesor, el futuro pasa por el éxito de la vacuna y por implementar medidas como el pasaporte covid, que permitan a la gente que ya se ha inmunizado volver a viajar, ir a restaurantes, hospedarse en hoteles y llevar la vida que llevaban antes. «Como sociedad, lo necesitamos», afirma Tudela.

Pero recuperar la confianza llevará su tiempo, advierte: «No creo que haya un día de la victoria, sino más bien una transición que parece que va a ser lenta hacia una normalidad que además será distinta a la que teníamos».

Pasaporte covid, el nuevo dilema ético de la pandemia

Un año después del inicio de la pandemia, la sociedad ha aprendido a convivir con el covid y a adaptarse a la nueva normalidad. La llegada de la vacuna ha abierto una ventana a la esperanza de acabar con la pandemia, pero al mismo tiempo plantea un nuevo dilema en esta crisis sanitaria, como si es ético o no habilitar un pasaporte covid para que las personas que ya se han vacunado puedan volver a viajar.

Viajeros en el tranvía de Zaragoza con mascarilla en la nueva normalidad de la pandemia. FOTO: EL PERIÓDICO

En este debate hay dos posturas enfrentadas. Por un lado, los que ven en el pasaporte covid un medio para recuperar la deseada actividad económica y social de una forma segura y para que, como mínimo, los que ya se han inmunizado puedan contribuir a la recuperación. Las vacunas están en mano de la sanidad pública y son los estados los que establecen qué grupos se vacunan primero en base a criterios sanitarios. El acceso a las vacunas no está limitado por el poder adquisitivo de la gente, ya que la vacuna es gratuita.

Por otro lado, hay quien opina que conceder unos determinados derechos a la población en función de si está o no vacunada es discriminatorio. Al ritmo actual de vacunación, muchas personas no podrán ponerse la vacuna hasta el 2022 y tampoco hay suficientes evidencias científicas sobre si estar vacunado impide que transmitas el virus como para dar libertad a aquellos que ya la han recibido.

China se ha convertido en el primer país del mundo en emitir un pasaporte covid para viajes, aunque en Europa no hay un consenso entre países sobre qué hacer al respecto. ¿A ti qué te parece esta medida? ¿Se debe habilitar un pasaporte covid aunque esto suponga favorecer a una parte de la población?