Llegamos a la recta final de la pandemia con la llegada de las vacunas. Diferentes versiones de una cura que no está al alcance de todo el mundo. Según el mapa mundial de vacunación, África sigue a la espera de las vacunas, desde Libia, en el norte, hasta Botsuana, en el sur. Esos países ni siquiera aparecen en los registros de vacunación de la OMS.

La situación es similar en Asia Central y en países como Corea del Norte, Cuba y Bosnia-Herzegovina. Sin embargo, esto se podría solucionar con la propuesta de suspender la propiedad intelectual de las vacunas contra la covid-19, que varios países habían presentado de manera conjunta ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).

¿Para qué sirven las patentes?

Las patentes se crearon para incentivar la innovación y fomentar su rápida difusión porque la competitividad de las organizaciones y el bienestar de los países depende de la innovación. Buscan estimular al innovador con un “premio”, un derecho de monopolio que, limitando el acceso universal y dando poder de mercado al innovador, controla la oferta e incrementa los precios.

Las grandes farmacéuticas se niegan a la disolución de las patentes con el argumento de que “debilitará aún más las cadenas de suministro y alimentará la proliferación de vacunas falsificadas". Por su parte, la farmacéutica Pfizer advierte que, con la liberación de éstas, no tendrían el suficiente capital como para producirlas debido al alto coste de su producción.

¿Derecho a la propiedad intelectual o derecho a la salud?

Las instituciones y gobiernos que defienden la liberación de las patentes alegan que dicha medida estimularía la producción de la vacuna y con ello su distribución mundial. Habría que mencionar un argumento moral inapelable, el derecho de protección de la propiedad intelectual, el cual nunca debería vencer sobre el derecho humano universal a la salud y a la vida.

Cuanta mayor difusión tenga la vacuna por el mundo, más gente inmunizada y con ello, la erradicación del virus. Esta visión es apoyada por el colectivo médico, al que añaden que sin la liberación de las vacunas no llegaríamos a erradicar el virus, hecho que perjudica a cualquier persona.

Obstáculo para el fin de la pandemia

Las patentes no se pueden convertir en un obstáculo de vacunación del covid-19. Desde mi punto de vista veo inmoral la acción de arrebatar el derecho o posibilidad de un tratamiento de salud a una persona.

Al final estamos siendo de nuevo dominados por multinacionales que solo buscan su propio beneficio, siendo nosotros, el pueblo, los perjudicados poniendo en riesgo nuestro bien más preciado, la vida.