Aunque nos sigue pareciendo inaudito, hoy en día es muy común encontrar en las noticias jóvenes que agreden a compañeros por tener más seguidores en las redes sociales o casos de ciberacoso, también llamado ciberbullyng, que generan en los estudiantes depresiones o incluso, en casos extremos, los arrastran al suicidio. Este tipo de acoso es más arduo a la hora de solucionarlo porque el agresor suele actuar de forma anónima tras una pantalla y es posible que incluso el afectado no sepa quién o quiénes son los acosadores. Además, según estudios, tan solo 1 de cada 10 casos de ciberacoso sale a la luz, probablemente por temor a sufrir represalias tanto la víctima como  aquellos que se atrevan a denunciarlo, soliendo estar bajo amenazas del agresor y, por ello, sin atreverse a contarlo.

El ciberbullyng se produce sobre todo en los centros escolares, por lo que todos nosotros, que formamos parte de este sistema educativo, nos debemos sentir responsables de que el problema continúe, tanto fuera como dentro de las aulas. No se puede mirar hacia otro lado y debemos actuar y poner medidas. Aunque todos los casos son diferentes, en el caso de ciberacoso, suele comenzar con burlas o motes que se trasladan a las redes sociales en forma de bulos o insultos, normalmente tras una cuenta falsa, que hacen que la víctima sea rechazada por la mayoría de sus compañeros de clase, por lo que, aunque los protagonistas sean el agresor y la víctima, los espectadores tienen un importante papel de cómplices del acoso.

Cuando se actúa, lo común es llegar tarde y que el acoso ya se haya producido, por lo que lo más importante es la prevención y la educación desde muy pequeños trabajando la sensibilización sobre estos temas, la empatía y la gestión de emociones, para que no se desarrollen, en un futuro, diferentes situaciones de acoso.

Es importante saber meterse en la piel de la víctima y entender lo complicado que puede llegar a ser coger tanto valor y contar que estás siendo víctima de acoso. Así que si eres conocedor de alguna situación así, no sientas miedo ni rechazo y actúa. Si no te ves capacitado para hacerlo, pide ayuda a un adulto para que hable por ti, pero ten claro que esto no te convierte en un chivato, si no en una gran persona que lucha contra la injusticia, porque si una cosa tenemos clara es que nadie se merece que le traten mal.