Desde pequeños nos han enseñado que el dinero no lo puede comprar todo, que existen cosas como la felicidad que el dinero no te da, y que por muchos billetes que tengas en la cartera, no tienes por qué ser feliz. Sin embargo, el dinero, si se mueve bien, es capaz de comprar muchas más cosas de las que pensamos.

Actualmente uno de los mayores problemas que tenemos, si no el mayor, es el calentamiento global y con él, el cambio climático, que nos llevará a una situación económica, política y social totalmente extrema. Los políticos de todo el mundo se han reunido recientemente en la Cumbre por el Clima para hablar del tema y llegar a un acuerdo para dejar de emitir dióxido de carbono y metano en sus países y así parar la gran ola del cambio climático.

Emisiones 'invisibles'

Pero hay algunos países que se les ha ocurrido una idea muy "interesante": comprar las emisiones de CO2 a otros países. España ha sido uno de ellos, y ya ha firmado con países del Este como Polonia, Ucrania o Lituania y países de Latino América, como son Brasil o Argentina, la compra de los excedentes. Con esto España conseguirá reducir las emisiones a nivel nacional, y como las emisiones de CO2 en varios países latinoamericanos no están recogidas por la Unión Europea, serán invisibles para la parte europea de la cumbre del clima, pero realmente las emisiones siguen ahí.

Está muy bien que un país disminuya sus emisiones de gases contaminantes, pero si esto no se hace a nivel global, el cambio climático será inevitable. Los políticos tienen que ver que éste es un problema de todos y para todos, y que las consecuencias afectarán a todos los países sean del continente que sean. Con esto vemos un uso del dinero que hace invisible el problema a los ojos del resto, pero el problema sigue ahí, están comprando su inocencia.

Desigualdad ante la ley

Otro ejemplo del poder que tiene el dinero en nuestra sociedad es en el tema jurídico. Hemos estudiado todos que durante toda la historia ha habido desigualdades, y que la jurídica actualmente estaba erradicada. Todos somos iguales ante la ley, eso recoge nuestra constitución, pero eso no es del todo así.

Estamos de acuerdo en que todos tenemos el derecho a ser juzgados imparcialmente y a tener un abogado que nos defienda. Aun así, ya no es sorpresa para nadie que a un político o a un jugador de fútbol muy adinerado se les rebaje una condena a cambio de una multa económica, por lo tanto, puede ser que la ley dependa del precio de los abogados.

Es evidente que una persona con poca capacidad económica está en clara desventaja en un juicio ante una persona que pueda contratar uno de los mejores abogados de su país, y los abogados tienen un precio, pero la justicia no debería tenerlo.

Herramienta de persuasión

Vemos que ejemplos de desigualdades tenemos muchos, y es que el dinero discrimina, dejándonos en una escala social que representa una forma de vida basada únicamente en nuestros ingresos. Además, el dinero es la herramienta ideal de la persuasión, y es que la frase de “todo el mundo tiene un precio” la debió de decir una persona con mucho dinero.

Mucha gente defiende sus principios, y cree que por mucho dinero que le vayan a pagar por hacer algo que él no quiere, nunca lo haría…pero si la situación es extrema, todo el mundo se dejaría comprar. Por siempre el dinero va a estar en contra de los pensamientos solidarios o de igualdad, va en contra de la espiritualidad en ese sentido porque el poder económico corrompe, y hace que busquemos el beneficio propio y nunca el beneficio común.

Esto se resume muy bien con la reflexión de la escritora Susanna Tamaro en uno de sus artículos respondiendo sobre el poder verdadero del dinero: “Estoy convencida de que una vez cubiertas las necesidades básicas y garantizada una vejez sin sobresaltos, el dinero sobrante debe convertirse en una forma de energía para cambiar nuestro entorno”.