Tener un destino hace que comencemos a andar. Ya sea en el plano profesional, académico social, personal, etc. Todos nos marcamos metas, objetivos, sueños que cumplir... Perseguir metas nos ayuda a crecer en cada una de nuestras facetas y nos empuja a movernos día a día.

Es imposible hacer un recuento de todos los objetivos perseguimos a lo largo de nuestra vida. Por ello, no es de extrañar que algunos se queden en el camino y ¿sabes qué? Está bien. El fracaso forma parte del éxito, al igual que el error es una gran forma de aprendizaje. A la hora de alcanzar objetivos, no es tan importante cuántas veces fallas como cuántas veces lo vuelves a intentar.

Aquí te dejo algunos consejos que te ayudarán a que el camino hacia tu meta sea más eficaz:

Establecer metas realistas

Si, por ejemplo, mi meta es leer durante dos horas diarias, he de ser consciente de que, si nunca he conseguido hacerlo durante más de 15 minutos, difícilmente lo lograré en un solo día y mucho menos desarrollaré un buen hábito de lectura. Para que esto no pase, es esencial conocerse a uno mismo e ir exigiéndonos cada vez más, pero siendo conscientes de cuánto más podemos dar.

Divide las metas en pequeños objetivos

Es posible que la meta que te hayas marcado sea demasiado general y compleja. Para evitar agobios innecesarios, reflexiona sobre cada uno de los pasos que tienes que dar para alcanzarla. Para ello es imprescindible que la meta sea precisa. 

Marca las prioridades

Este consejo te lo doy con dos sentidos. El primero, no olvides que podemos con todo, pero no con todo a la vez. Ten mucho cuidado con dejar para el final algunos objetivos, quizá acaben llevándote más tiempo del que pensabas y necesitabas lograrlos antes. Y el segundo, hay facetas de tu vida que no deberías dejar de lado por según qué objetivos. Reflexiona sobre qué facetas tiene más peso y qué objetivos lo tienen menos.  

Reconoce el camino que has recorrido

En ocasiones nos frustramos porque el objetivo sigue demasiado lejos. Cuando esto pase, recuerda por qué empezaste, haz un repaso por todo el camino que has recorrido y que era necesario para lograrlo seguro que es más del que pensabas. 

¿Fracaso o aprendizaje?

Si una meta se te atasca o ya no es alcanzable, al menos, ya sabes que esa no es la manera de lograrla. Aprovecha para reflexionar, ¿qué he aprendido?, ¿qué otras opciones tenía?, ¿puedo intentarlo de nuevo? 

No te compares, pero toma ejemplo

Sabemos que no existen dos personas iguales, no existen dos motivaciones iguales ni lo somos en nuestras circunstancias, ¿por qué lo íbamos a ser en esto? Otras personas pueden servirte de inspiración, de ayuda, de aliento, pero eres tú el/la que está en ese camino, no ellos. 

Por último, no te olvides que solo está todo perdido cuando ni siquiera te animas a intentarlo así que, ¡a perseguir sueños!