Como todos los grupos, nuestra sociedad no es nada sin el compromiso de cada uno de nosotros hacia una vida digna y coherente, y es por esta razón por la que, al formar parte de una sociedad, nos corresponden unos deberes que debemos de cumplir. Son muchas las obligaciones para que todo marche de manera correcta pero se pueden sintetizar en una sola: la búsqueda del bien común.
Podemos entender el bien común como el conjunto de las condiciones, ya sean sociales, institucionales o socioeconómicas, que benefician a una sociedad en su totalidad, lo que permite a cada uno de sus miembros tener una vida más plena y fácil. El bien común tiene como base la solidaridad, la gratitud y el compromiso de todos para que personas, pueblos y naciones puedan disfrutar de una vida digna.
Podemos observar que a lo largo del tiempo se han conseguido avances como la colaboración colectiva con diversas oenegés o la disciplina de toda la sociedad mundial para detener el avance de una pandemia global. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. Tenemos que estar acompañando a nuestra gente, apoyarles para que puedan cubrir como mínimo sus necesidades más acuciantes sin perder nunca de vista la igualdad y el horizonte de los derechos humanos. El valor de la igualdad es imprescindible, ya que con el bien común se trata de conseguir, no la ventaja de unos pocos, sino el beneficio de todos, independientemente de su nacionalidad, religión, raza, sexo o posición social.
¿Cómo se asienta el bien común?
Para poder asentar el bien común, el Estado tiene que cuidar directamente todas las necesidades existenciales de la sociedad, contando con un amplio sistema de derechos para proteger la vida y proporcionando ayuda al que lo necesite. Solo así conseguiremos tener justicia, seguridad, respeto y la protección tan necesaria del individuo y sus derechos. Pero, para ello, es imprescindible mantener una democracia participativa.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros para colaborar en el establecimiento de este bien común? Pues muchas cosas. Para empezar, la educación en valores en nuestra sociedad debe ser algo fundamental. Desde bien pequeños tienen que enseñarnos, en casa y en nuestro centro educativo, a respetar, compartir y empatizar con los demás. Podemos también organizar actividades con los vecinos para la mejora general del barrio, y que no sean siempre los mayores los que se encarguen de esto.
El papel de los jóvenes
Los jóvenes también tenemos nuestra cota de responsabilidad. Para ayudar a las familias más desfavorecidas, algo que está a la orden del día, podemos realizar recogida de ropa, material sanitario o alimentos. Y qué decir tiene de nuestros mayores, cuyo principal problema es la soledad mientras nosotros nos preocupamos de buscar cada vez más ratos de ocio en ligar de ayudarlos.
El cambio climático juega también un papel importante para conseguir el bien común, y por ello el reciclaje, el consumo responsable y el comercio justo tienen que ser algo más recurrente. Al final, es la herencia que les dejaremos a las generaciones futuras. Igual de necesario es, al vivir en una sociedad, respetar las normas y promover la convivencia para tener un ambiente de paz y armonía.
Un esfuerzo colectivo
En los centros educativos sería interesante formar al alumnado en una mentalidad de servicio a la sociedad. Debemos de ser responsables, preocuparnos por los problemas de los demás y tener un espíritu generoso para encontrar la mejor solución.
Nadie está exento de colaborar. Es una llamada a ejercer a diario y no solo en situaciones de emergencia en las que se vulneren nuestros derechos. Hay que esforzarse día a día, tratando de cuidar lo que hemos conseguido hasta ahora y elaborar medidas para mejorar la situación de todos. Tenemos que ser implacables cumpliendo las obligaciones que nos impone la sociedad y asumir, con valentía y denuedo, las consecuencias de nuestras acciones y decisiones.
El bien común implica a todos. El bien común te implica a ti.