Cada vez más jóvenes se acercan al voluntariado para mejorar su empleabilidad

No hay duda: la Navidad nos vuelve más solidarios. Muchas personas aprovechan esta época del año para iniciarse en actividades de voluntariado e invertir parte de su tiempo libre en ayudar a los demás. Aunque la edad mínima para ser voluntario son los 18 años, existen entidades que ofrecen esta posibilidad a partir de los 16 años. El voluntariado juvenil siempre ha tenido un peso importante en las entidades, donde en torno al 27% de las personas voluntarias son gente joven, y en algunos ámbitos, pueden superar el 50%. Además, en los últimos años, cada vez más jóvenes se acercan al voluntariado para mejorar sus competencias transversales y su embleabilidad.

Son datos de la Coordinadora Aragonesa de Voluntariado, una plataforma que aglutina a 99 entidades de todo Aragón y que actúa como enlace entre éstas y personas de todas las edades que quieren ayudar a otros de forma altruista.

Según la responsable de programas de la entidad, Margarita Lambán, el voluntariado juvenil siempre ha estado muy presente en las organizaciones, aunque éste ha evolucionado con el tiempo. "Hoy en día hay un mayor interés de la gente joven por los temas medioambientales, aunque suelen ser actividades más puntuales, como visitas, plantaciones, limpiezas, etc.". 

"En torno al 27% de las personas voluntarias son gente joven, y en algunos ámbitos puede superar el 50%"

Otro tipo de voluntariado que tiene "un gran reclamo" entre este sector de la población son las actividades de ocio y tiempo libre con infancia y juventud, y con personas con discapacidad. Este incluye, por ejemplo, actividades en centros, salidas culturales o la participación en eventos deportivos.

El voluntariado y sus actividades son también un reflejo de cómo avanza la sociedad. "Actualmente, uno de los ámbitos donde existe mayor necesidad de voluntarios es en el apoyo a personas mayores y soledad no deseada, que tiene un gran impacto".

El perfil de los voluntarios: compromiso a medio plazo

En cuanto al perfil de los voluntarios, también de los jóvenes, Lambán indica que es el de "una persona que se compromete a medio plazo, aunque también hay "colaboraciones puntuales de gente sensibilizada que no puede dedicar tiempo de forma continuada". Para todos ellos, el voluntariado ocupa una parcela importante en sus vidas: "Permite la implicación en la sociedad, resolver problemas, sentirse partícipe y actuar ahí donde hay una necesidad".

Acercarse a la Coordinadora Aragonesa de Voluntariado puede ser un primer paso para iniciarse. Además de dar a conocer toda la oferta de actividades, la entidad forma a los voluntarios y lleva a cabo acciones de sensibilización. Algunas de ellas están dirigidas a jóvenes y centros educativos, a los que ofrece distintos recursos y dinámicas como el Trivial solidario o la escape room Los enigmas del voluntariado, entre otros.

Ser voluntario o voluntaria a partir de los 16 años

Una de las entidades que forman parte de la coordinadora es la Fundación Canfranc. A través de ella, jóvenes desde los 16 años pueden acceder a actividades de voluntariado, como apoyo educativo a menores con necesidades o acompañamiento de mayores en residencias o de forma individual.

La Fundación Canfranc tiende puentes entre las organizaciones que demandan voluntarios y los centros educativos interesados en canalizar la acción social de sus estudiantes. "A principio de curso se informa de los programas de voluntariado y se firma un convenio con los centros interesados", cuenta María José Oromi, responsable de Voluntariado de la entidad.

Actualmente participan 40 jóvenes voluntarios de seis colegios de Zaragoza, así como de la Universidad de Zaragoza y la Universidad San Jorge. El único requisito: tener ganas de colaborar. "Lo que sí les pedimos a los jóvenes es que sea algo duradero, que se apunten y vengan durante un tiempo", dice Oromi, que cuenta que tras la Navidad suele haber un repunte de gente que se sube al carro.

Uno de los proyectos más destacados es el que realizan los universitarios en las ciberaulas del los hospitales Clínico y Servet en actividades de tiempo libre con niños ingresados. Además, a través del programa CaixaProinfancia, los estudiantes de Secundaria acuden a distintos colegios para ayudar con los deberes y los exámenes a niños de familias con dificultades o que no hablan bien el idioma. También, semanalmente, visitan las residencias de ancianos, una cita muy esperada por los mayores. Un bingo, un concurso de adivinanzas, unas canciones o una simple conversación, les animan la tarde.

La fundación acompaña a los jóvenes durante todo el proceso del voluntariado, que tiene en ellos un gran impacto. "Se transforman, salen diciendo: ‘quiero seguir’. Dan lo mejor de ellos mismos y se sienten útiles", afirma Oromi, que pone el ejemplo de una alumna que tras hacer su voluntariado en Fundación Down, ha descubierto su vocación y está estudiando Trabajo Social.