RINCÓN LITERARIO

El viaje que lo cambió todo

Relato ganador del segundo premio en la categoría Bachillerato y FP del certamen literario 'Consumir en igualdad' organizado por el Gobierno de Aragón

El viaje que lo cambió todo.

El viaje que lo cambió todo. / TURISMO DE ANDALUCÍA

Diego Losilla

Alumno de 1º de Bachillerato 'B' del IES Joaquín Costa de Cariñena

Nos encontramos en Sevilla, más concretamente en el barrio de Triana, un barrio sencillo que destaca por el mercado situado junto al puente en arco de Isabel II. En ese mercado trabaja nuestro protagonista, Alex, quien ha heredado una pequeña pescadería en el que fue durante toda su vida su lugar favorito para quedar con sus amigos. Ahora, Alex tiene 20 años estudió bachillerato de ciencias con muy buenas notas al igual que su examen de EBAU, sin embargo, está trabajando en la pescadería de sus padres ya que estos se habían jubilado.

Un día como de costumbre, Álex se levantó a eso de las cinco y media de la mañana, bajó como un alma en pena las escaleras y se preparó un café. Luego, cogió el coche y se dirigió a la lonja a recoger lo que le había encargado a su compañía distribuidora: diez doradas, cinco lubinas, doce calamares, quince pulpos y finalmente su encargo más grande, veinte pangas. Para quien no lo sepa, el panga es un pez originario de Asia que se volvió muy popular por su bajo precio y también por su bajo nivel en grasas; en el mercado de Álex es lo que más se vende y por lo tanto es de lo que más encarga. Sobre las siete de la mañana Álex llegó por fin a su puesto en el Mercado y empezó a preparar todo para que, finalmente, a las nueve abriera su pescadería como todos los días. Todo marchaba con normalidad hasta que una anciana se acercó a su puesto, y preguntó por el pescado que todo el mundo estaba cogiendo. Éste, sorprendido de que no lo conociera, le explicó que era un pez de río proveniente de Asia, de la zona del río Mekong, también le dijo que además de ser muy bajo en grasas era muy barato. La anciana, después de oír a Álex, no dudó en comprarlo.

Al finalizar el turno, el director general de la compañía distribuidora de pescados Capitán Percebe, como recompensa por su buen trabajo y su cuantioso beneficio obtenido con su puesto en el Mercado, le comunico que la empresa iba a llevarle a ver cómo era una granja de su producto estrella, el Panga. Los siguientes días Álex estaba emocionado, un viaje con todos los gastos pagados a la región de Camboya y del sur de Vietnam, con el director de la distribuidora de pescados más importante de toda Andalucía ¡sonaba alucinante! Los días pasaron y llegó el tan ansiado momento. Don Carlos Sánchez Gil estaba en el aeropuerto esperándole con su jet privado, cosa que a Álex le pareció un poco excesiva y muy contaminadora. Tras 19 horas de vuelo, Álex y el hombre con su opulento traje aterrizaron en el aeropuerto de Kampong, cerca del río Mekong. El hotel y la ciudad fueron preciosos pero el viaje empeoró drásticamente cuando Álex contempló con sus propios ojos una piscifactoría enorme compuesta principal y exclusivamente de barro entre la que asomaban lo que parecían unos pequeños peces blancos a los que Alex relacionó inmediatamente con los pangas.

Pese a haber visto ese paisaje desolador, el chico se mordió la lengua y no le dijo nada a su jefe. No obstante, en cuanto regresó a España se encargó de recopilar toda la información posible sobre la producción del panga en países tercermundistas como Camboya o Vietnam. Después de numerosas horas de investigación, Álex acabó en un foro de internet junto a toda la gente a la que Capitán Percebe había despedido o rechazado injustamente, allí se encontró a personas como Rosa, a quien la empresa despidió al notificarles que estaba embarazada o Jorge que no mencionó en su curriculum que padecía acondroplasia y nada más que llegó a la entrevista para un puesto de administración y gestión de recursos humanos, fue rechazado por su condición física, argumentándole que su perfil de formación no se ajustaba al puesto ofertado. Bajando por el foro Álex se encontró con que esa misma tarde hacían una reunión en un bar de la Avenida Santa Cecilia, cerca de la iglesia de Santa Justa, a la que Álex no dudó en ir.

La reunión tuvo lugar a las siete y media de la tarde, pero Álex acudió a las ocho ya que estaba acabando su turno en la pescadería; en todo el día no vendió un solo panga, no porque nadie los quisiera, sino porque él se negó a hacerlo. Durante la reunión se trataron temas como la exclusión social, la desigualdad en cuanto a personas con capacidades diferentes o incluso la falta de oportunidades para gente de otras culturas, todo ello, claro está, refiriéndose a la distribuidora de pescados. El punto del día, y sin ninguna duda del que más se habló, fue de la fuerte deslocalización industrial, es decir, trasladar la empresa a un país tercermundista con mano de obra y suelo de infraestructuras más barato, así como de la precariedad laboral debido a los escasos derechos de los trabajadores. Toda esta charla la impulsó Álex, poniendo como ejemplo su propia experiencia, y como conclusión de la reunión, el grupo planteó una demanda conjunta contra el grupo de productos marítimos, que no nunca llegaría a los juzgados, y también una campaña exhaustiva en contra de la explotación de este pescado en concreto.  

Para Álex, la vida cambió mucho en poco tiempo, abandonó el mercado mayorista para pasar a comprarle los productos a Javi, un pescador de toda la vida muy amigo de su familia. Los productos eran más caros, pero la calidad era mucho mayor, y por lo tanto, eso lo compensaba. Álex no fue el único que cambió su día a día, sino que tanto Rosa como Jorge fueron contratados por el chico para trabajar en su pescadería y así visibilizar que todo el mundo es apto para trabajar, independientemente de su sexo o tus capacidades.

Puede que ese no fuera un cambio significativo para el mundo, pero para Álex, Rosa, Jorge, Javi y todos los clientes del Mercado de Triana sin duda lo fue.

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