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Senda para el día a día

Dos chavales estudian en casa.

Dos chavales estudian en casa.

Javier Gallego

DOCENTE EN EXCEDENCIA DEL IES RÍO GÁLLEGO

Profesor de Secundaria y Bachillerato, últimamente, por una excedencia, no acudo al instituto. Por esta razón las colaboraciones con El Periódico del Estudiante se están haciendo esperar.

Todas las mañanas, pasadas las 7.30, según camino hacia una prestación de servicio en un centro militar, dejo a mi izquierda una escena entrañable: una madre y sus cuatro hijos se reúnen con la abuela para desayunar en el bar Montezuma, en la avenida San José, durante una hora. Se instalan en torno a una gran mesa y ahí departen en torno a sendos cola-caos y pinchos de tortilla depositados por la camarera. Me gustan esos rostros somnolientos y cómplices que muestra la luna del bar a modo de escaparate. Me recuerda que la educación, el cariño y las relaciones positivas empiezan en casa o en la cafetería. En todo caso, en familia.

Y, antes de volver a dar guerra en el IES Río Gállego, que no tardaré en regresar; ahí va una idea propia de lo que considero buena educación. Lo que me gustaría conseguir en casa, y a veces me frustra no lograr:

  • AMANECER con el despertador a la primera, de forma instantánea y sin concedernos prórrogas pegajosas… ¡Buenos días! No vale levantarnos empanados o asomarnos inmediatamente a la pantalla del teléfono. El aseo, tras un buen desayuno, debe incluir el cepillado de dientes y hacernos la cama.
  • PUNTUALIDAD. Alumno y maestro están en clase cuando toca el timbre. Sentado aquel con libro, cuaderno abierto y agenda a mano. En ella tomamos nota de trabajos, exámenes y sugerencias. Ofreceremos escucha, respeto y participación.
  • RECREO Y ALMUERZO con amigos: envoltorios, a los reciclajes oportunos. Cero móviles. Nada de bebidas energéticas. Fiambrera de fruta y frutos secos. Bocata. Dispuesto a compartir que, dicen, eso es vivir.
  • VUELTA A CASA. Pongo la mesa, colaboro y trato de coincidir con otros, aunque tenga que esperar un rato, para dar cuenta del menú, en amorosas conversaciones. Hay quien bendice antes de comer; lo que tiene la virtud de agradecer los alimentos. Sin fe, también se puede felicitar a quien los ha procurado para casa.
  • SI QUIERO SESTEAR algo, también antes participo en la recogida y el fregote. Se puede barrer la cocina o el comedor...
  • LA SIESTA tiene hora límite: hasta las cuatro o cuatro y media. Luego hay que retomar el estudio, con horas completas, dos o tres de biblioteca, entre consultas y lecturas. Todo ello según la necesidad, y tratando de adaptarlo a los entrenamientos, el gimnasio, el trote con los amiguetes...
  • DUCHA. REPASO. Recogemos la habitación. Ayudamos a que la cena sea ligera, compartida y tempranera.
  • CON UN LIBRO DE LECTURA, lejos del móvil, a la cama. El despertador sonará a las siete. Tengo que calzar ocho horas de sueño profundo y, antes, repasar el día en mi mente. Lo bueno y lo menos bueno. Lo que mañana me espera…

En definitiva; eso que llaman vida sana, equilibrada. En la que priman las personas sobre la pereza, las tecnologías y las apetencias personales. ¡Buena semana!

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