El Periódico del Estudiante

Una alumna del IES Virgen del Pilar cuenta su visión del Bachillerato y de la educación pública

La falta de recursos humanos, materiales y tecnológicos pone en peligro la calidad de la enseñanza y, por lo tanto, el futuro de los estudiantes, asegura

Un grupo de alumnos de Bachillerato, en un aula.

Un grupo de alumnos de Bachillerato, en un aula. / E. P.

Elena Pérez Franco

El progreso de un buen sistema educativo depende de diversos factores que van más allá de las buenas intenciones de las personas y de las estrategias de enseñanza. Un punto muy importante es tener los recursos necesarios para que todo funcione correctamente. Esto hace referencia a recursos humanos, materiales y tecnológicos, necesarios para un buen y correcto funcionamiento. La falta de estos recursos pone en peligro la calidad de la educación y, por lo tanto, el futuro de los estudiantes. La falta de recursos humanos es uno de los problemas, en la actualidad, más evidentes.

Cuando un profesor se encuentra enfermo o de baja y falta a su puesto de trabajo, no siempre se cubren sus plazas, lo que obliga a que el resto de los docentes asuman más carga de trabajo, incluso a veces dejan de atender adecuadamente a sus propios grupos para que el resto de alumnos no pierdan tantas clases de una materia. Esta situación no solo provoca que el resto de los estudiantes pierdan clase, sino que también los profesores se sobrecarguen, lo que puede ocasionar estrés y menor calidad en la enseñanza.

Creo que la enseñanza es uno de los pilares fundamentales en nuestra sociedad y se debería asegurar el cubrir la no asistencia de los profesores a los centros educativos. Se garantizaría que los estudiantes no perdieran clases, que los demás profesores se dedicaran a sus grupos y a sus materias y que los equipos directivos no llevasen la sobrecarga añadida a estos defectos de la Administración, ya que tienen otros muchos asuntos que solucionar.

También merece atención, la escasez de personal especializado en tratar al alumnado con necesidades educativas especiales, con problemas de salud mental o con otro tipo de trastornos. Muchos niños y niñas que presentan trastornos motores, auditivos… o simplemente, dificultades de aprendizaje, no tienen el apoyo adecuado ni necesario por parte de especialistas que les pudiera atender de forma individual o en pequeños grupos y el profesorado hace todo lo posible para atenderlos junto con el resto de la diversidad que hay en el aula, llegando hasta dónde pueden llegar.

Esto puede generar frustración tanto en los estudiantes como en los profesores, quienes se ven incapaces de proporcionar el nivel de atención que cada caso requiere. Por otro lado, hay que citar la falta de recursos materiales que hay en la mayoría de los centros. Se habla de trabajar las competencias digitales y acercar la vida cotidiana a las aulas a través de la experimentación y no hay suficientes medios tecnológicos para adaptar la enseñanza a las nuevas demandas del siglo XXI o los que hay están obsoletos o no funcionan correctamente.

Las herramientas informáticas, los laboratorios, los talleres… son fundamentales para que los estudiantes se mantengan al día y vayan acorde con las demandas de la vida actual. Los avances en el campo de la ciencia y la tecnología requieren que los estudiantes cuenten con el acceso adecuado a estos recursos, ya sea para realizar investigaciones, trabajos prácticos o simplemente para familiarizarse con las herramientas que predominarán en el futuro. Otros recursos materiales que tendrían que contemplarse es la adecuación de las aulas a la época en la que estamos, convirtiendo las clases en aulas digitales, mejorando los sistemas de calefacción para el invierno y habilitando sistemas de refrigeración para el verano dado el cambio climático que estamos empezando a sufrir ya que el alumnado y el profesorado no puede rendir bien si tiene frío o exceso de calor, dotando las bibliotecas de libros actuales del interés de todos, ampliando el material de laboratorios, instrumentos musicales…

Por otra parte, la Administración no tiene en cuenta la continua y a veces excesiva carga laboral que tienen los profesores dentro y fuera de los centros. Observan que los Institutos y los colegios funcionan y no les importa cómo, sin tener en cuenta las necesidades personales o materiales que hay en cada uno de ellos. La educación requiere de dedicación, pero también de apoyo en forma de personal, materiales y tiempo adecuado para que el profesorado lleve a cabo su labor de manera óptima. De lo contrario, el sistema educativo no solo sufre una sobrecarga, sino que también pierde calidad. Soy muy consciente de estos problemas porque mi madre es profesora y ha sido directora de dos centros educativos durante bastantes años, donde ha experimentado en primera persona las carencias y dificultades del sistema.

A lo largo de su carrera, ha luchado en muchas ocasiones con sus superiores para obtener todo tipo de recursos tanto humanos como materiales y mejorar las condiciones del centro, pero en muchas ocasiones no ha recibido la atención necesaria para resolver ciertos problemas. Esto es una clara evidencia de la desconexión que hay entre quienes toman las decisiones y la realidad de los docentes y estudiantes en el aula. En conclusión, es fundamental que la Administración educativa tome conciencia de la importancia de dotar a las instituciones de los recursos suficientes para garantizar una educación de calidad. Sin una inversión adecuada en recursos humanos, materiales y tecnológicos, el sistema educativo no podrá progresar de manera saludable.

Es imprescindible que se escuchen las demandas de los docentes y se implementen cambios reales que contribuyan al bienestar de los estudiantes y la mejora de la educación en general. Solo así se podrá construir un futuro educativo más equitativo y eficaz para todos. 

Tracking Pixel Contents