El Periódico del Estudiante

Feminismo

Imagen de archivo de una manifestación estudiantil por el 8M.

Imagen de archivo de una manifestación estudiantil por el 8M. / Jaime Galindo

Elsa Royo Sánchez

1º de Bachillerato del I.E.S. Miguel de Molinos (Zaragoza)

Con motivo del día 8 de marzo que, como todos sabemos, se aproxima, me gustaría contar una experiencia personal que demuestra muy bien por qué es importante que este movimiento, el verdadero movimiento feminista, se explique, apoye y luche el resto de días del año

El día 8 de marzo de 2024, durante la manifestación convocada por el sindicato estudiantil por el Día de la Mujer, cuando tanto yo, como mis amigas, y otras muchas personas que se manifestaban con nosotras caminábamos por el Paseo de Independencia de Zaragoza, una pareja de hombres se asomó a un balcón y comenzó a cantar al mismo tiempo que nosotras, aunque su canción distaba mucho de la nuestra, ya que en vez de corear «-ista, -ista, -ista, Zaragoza feminista», ellos se tomaron la licencia creativa tan poco ingeniosa de decir «-istas, -istas, -istas, putas feministas».

Por suerte, en este caso, su violencia no fue más allá de unas palabras llenas de ignorancia, y es que realmente ahí es donde radica el odio al movimiento feminista, en la pura ignorancia acerca de en lo que se basa, lo que defiende el feminismo. Esto se ve claramente en esta invención llamada «feminismo radical».

Nada que sea radical puede ser bueno, de hecho, según una de las acepciones de este adjetivo en la Real Academia Española de la Lengua, radical significa «extremoso, tajante e intransigente», y al buscar sinónimos de esta última palabra aparecen adjetivos como «intolerante», «inflexible» e incluso «sectario».

Por este motivo me resulta ridículo que siga dándose este oxímoron, que se utilice la palabra radical junto al término feminismo, o en su defecto feminista.

Continuando con esta rama lingüística, que al parecer es la única manera de retratar algo de forma fehaciente, la RAE describe el feminismo como «principio de la igualdad de derecho de la mujer y el hombre». De modo que, a menos que la definición que se tenga sea esa, las personas que utilicen otra están equivocadas, desinformadas, y si además estas se niegan a aceptar que el «feminismo» que ellos critican en realidad no lo es, son simple y llanamente incultos.

Ese supuesto feminismo del que tanta gente habla, y que, especialmente con el actual auge de la ultraderecha, ha comenzado a expandirse e incluso transmitírseles a los niños, ese feminismo en el que las mujeres buscamos sobreponernos sobre el hombre como durante décadas ha sucedido de forma contraria, no es feminismo, sé que a alguno le habrá pillado por sorpresa. Ese movimiento que plantea una limitación de libertades para los hombres tiene nombre, se llama: hembrismo. Para esto la RAE también tiene una acepción, por cierto, que se puede consultar si alguien no se lo cree.

Parece ser que mucha gente ignorante que preferiría que volviéramos a hace 60 años, cuando el régimen de cierto caudillo con bigote mantenía a las mujeres fuera del acceso a una realidad en la que pudiesen vestir, trabajar, hablar, opinar o educarse con libertad, ha decidido que es mucho más fácil demonizar a las mujeres que luchan por avanzar que detenerse a corregir sus actitudes machistas, retrógradas, y, si se me permite ser subjetiva, tanto decepcionantes como repulsivas.

Para terminar, porque no quiero extenderme demasiado, no vaya a ser que alguno no soporte escuchar verdades y se agobie con tanto pensamiento «feminazi», me gustaría pedir amablemente que el que no sepa de qué habla, se calle, porque ya nos estamos cansando de que quienes nos dicen que «calladitas estamos más guapas», sean los que no saben lo que es enfrentarse a la desigualdad.

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