Estudiar y ayunar durante el Ramadán en las aulas de Aragón
Millones de musulmanes en España viven ahora el noveno mes del calendario islámico, mes de la oración, la reflexión y la comunidad, el mes en el que no se ingiere agua ni alimentos hasta que se pone el sol

Los dátiles son esenciales para romper el ayuno, al igual que la fruta. / S. E.
El ayuno (o ramadán) es uno de los cinco pilares del Islam (junto a la caridad, el rezo cinco veces al día, la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida y creer que no hay más deidad que Dios y Mahoma es su profeta). Millones de musulmanes en España viven ahora el noveno mes del calendario islámico (basado en la luna), un mes sagrado en el que se abstienen de comer, beber o fumar desde que sale el sol hasta que se pone pero «es mucho más, también es un ejercicio de autocontrol y crecimiento espiritual, evitando malos actos y esforzándonos por ser mejores personas», asegura Yara Doweidar, de 16 años, alumna del IES Valdespartera. Ella espera «con ansias» este mes porque es «un tiempo de reflexión, superación personal, disciplina y, sobre todo, de conexión con mi religión, mi familia y mi comunidad».
Al igual que los adultos ayunan, también cumplen este precepto (hasta el 30 de marzo este 2025) el alumnado aragonés a partir de una cierta edad. Y aunque a unos les cuesta más que a otros, sobre todo no beber agua, todos los consultados por este periódico dicen «llevarlo bastante bien». Para poder ingerir alimentos antes de que salga el sol, muchos tienen que adelantar la hora de levantarse. Es el caso de Sara y Fatuma Chafai, dos gemelas que cursan 4º de ESO en el IES Ítaca, en Santa Isabel. Nacidas en Zaragoza, y de familia marroquí, hicieron su primer ayuno en 1º de ESO y toda su familia lo lleva a cabo, salvo su hermano pequeño. Este año al ser invierno, «es más llevadero», aseveran; en verano «se pasa peor por la sed y porque las horas de sol son muchas más» (ahora se pone sobre las 19.00 horas).
Sara y Fatuma Chafai, del IES Ítaca: «En clase, como estás con los amigos y amigas, se pasa rápido el tiempo; en la familia hay buena ‘vibra’, buen ambiente»
Lo que más les cuesta es «madrugar» para comer pero el resto del día es mejor porque en al estar en clase «se pasa rápido el tiempo». Quizá lo más duro es Educación Física por hacer deporte sin beber agua. Esa misma sensación tiene Lena, que cursa 3º de ESO en el IES Virgen del Pilar, aunque «si sabes llevar los ritmos, no es difícil» sobrellevar una clase de Educación Física sin consumir bebidas. En cuanto a aguantar sin comer ni beber durante varias horas, afirma que «te vas acostumbrando» y compensa porque es una época que trae «felicidad, paciencia y tranquilidad». Al igual que para Yara, que define el Ramadán como un mes que «nos ayuda a ser más conscientes, a valorar lo que tenemos y a ser más solidarios con quienes tienen menos».
Comida en familia
Walla Amjadi, alumna de origen marroquí de 1º de Bachillerato del IES Azucarera, que este es su quinto año ayunado en su totalidad, afirma que «al principio cuesta, pero durante estos años he creado una rutina para compaginar mis deberes espirituales con los académicos». En su caso, se despierta a las 5 de la mañana para comer y rezar con su familia y luego vuelve a dormir hasta las 7 para ir al instituto. Esta es la rutina de muchos jóvenes aragoneses, levantarse antes para poder comer en familia. Lena, sin embargo, todos los días se levanta a las 6, y durante este mes solo adelanta el reloj un cuarto de hora.
Mustaphá, del IES Río Gállego: «Los compañeros me dicen que ellos no podrían aguantar porque es duro, pensamos que no podemos pero no es cierto; todos podemos ayunar»
Por la mañana, cada uno elige unos alimentos, aunque los dátiles son esenciales porque «llenan de energía», afirma Lena; también los toma Mustaphá, alumno marroquí del IES Río Gállego; mientras que Lina, alumna española de familia argelina, alumna del IES Virgen del Pilar, elige un desayuno como el resto de los días. Para romper el ayuno por la noche, también dátiles y zumos o té; la tradicional sopa (harira), que lleva harina, verduras y legumbres, y también se ingiere carne o pescado y a veces «dulces de Marruecos, que no son tan saludables, pero también se consumen», señala Lena.
El entorno
Los alumnos viven el Ramadán mientras sus compañeros de aula en ocasiones no conocen sus tradiciones ni por qué ahora están en el mes del ayuno. «Algunos lo recuerdan con ironía, pero otros son más empáticos y agradables», aseguran Sara y Fatuma Chafai, que reconocen que la mayoría de compañeros (más que compañeras, precisan) saben que ha empezado el Ramadán por las redes sociales y por personajes conocidos como Lamine Yamal, el joven futbolista del FC Barcelona. En el caso de las dos hermanas, aseguran que en Marruecos, este mes sagrado «hay buena vibra» y la gente está feliz en la calle», mientras que aquí no se nota. Para Yara, en casa se crea «un ambiente especial» porque comparten el iftar (la comida con la que rompen el ayuno) y «fortalece los lazos familiares».
Walaa Amjahdi. del IES Azucarera: «Uno de los objetivos del ayuno es entrenar la disciplina y el autocontrol, así que no me molesta que coman delante»
Walaa reconoce que la gente a su alrededor es «respetuosa». Le preguntan cómo lleva el ayuno o si le molesta que coman delante de ella; a lo que ella responde que el Ramadán «solo lo hace ella» y que «uno de los objetivos es entrenar la disciplina y el autocontrol». Ella hace el ayuno por «amor a la fuente de mi paz interior, mi religión, el Islam», por eso le alegra que «gente que no está en la obligación de tenerme en consideración, lo haga, me alegra».
Yara Doweidar, del IES Valdespartera: «Ramadán es un tiempo de reflexión, superación personal, disciplina y de conexión con mi religión y mi familia»
A Mustaphá sus compañeros también le preguntan si es muy duro y le dicen que ellos no podrían aguantar pero él les contesta que «sí, que todos pensamos que no podemos llevarlo a cabo pero sí que podemos». También a los compañeros de clase de Yara, pero al igual que Mustaphá, contesta que sí que podrían, que todo es «fuerza de voluntad». Ellos, como otros muchos alumnos aragoneses, pueden, y son un ejemplo.
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