La nobleza de hoy en día

Estamos destinados a unos acontecimientos u otros según la clase social en la que nos criamos?

¿Marca el nacimiento la clase social que tendremos en el futuro?

¿Marca el nacimiento la clase social que tendremos en el futuro?

Haidée Sanz

COLEGIO LA SALLE MONTEMOLÍN

¿Realmente condiciona el lugar, momento, o la familia en la que nacemos cómo será nuestro futuro? ¿Estamos destinados a unos acontecimientos u otros según la clase social en la que nos criamos? ¿Proporciona la sociedad las herramientas necesarias para superar esa barrera del «de dónde venimos» al adónde queremos llegar?

Diversos estudios en los últimos años han cuestionado el peso del ambiente o la biología en los aspectos personales y profesionales del ser humano. Dichos estudios han llegado en ocasiones a la conclusión de que a pesar de que nuestra genética afecta a nuestra personalidad y al cómo nos relacionamos con los demás, el entorno en el que crecemos resulta determinante en nuestro desarrollo. Por eso planteamos las preguntas que anteriormente hemos realizado y buscamos una respuesta moral ante lo que nacer en una familia u otra supone en pleno siglo XXI.

Hay quien afirma que, a día de hoy, esas barreras ya no existen, que los logros o éxitos de cada uno dependen de sus acciones a lo largo de los años, pero se podría ahora mismo poner centenares e incluso miles de ejemplos en los que no ha sido así. Y es que, es un hecho. Quién nace en una familia acomodada es tremendamente posible que muera igual, y quien nace en una familia con dificultades de carácter económica, sufrirá las mismas consecuencias.

En el caso de la clase media, se diría que hay un 50% de posibilidades de que ascienda o de que descienda, pero en la mayor parte de los casos, la persona se queda exactamente en la misma posición en la que creció. Y, ¿por qué se da esto? ¿Es la culpa pues del individuo? ¿O de algo más grande que nos dibuja el camino que debemos seguir?

Y aquí entraría en juego la pregunta moral. ¿Es todo este fenómeno justo? ¿Es justo que se castigue a quien necesita ayuda y se premie a quien ya tiene más que de sobra? No, no lo es. Pero, ¿acaso tenemos una forma de cambiarlo? Aunque nos neguemos a aceptarlo, nos encontramos en una versión de sociedad estamental, en el que tener privilegios no es tener dinero; los nobles mandan sobre los pobres y es tremendamente costoso pasar de un escalón a otro de esta pirámide que nosotros mismos construimos día a día al no decir nada.

La pregunta, al igual que muchas otras está formulada, pero, ¿qué estamos dispuestos a hacer para contestarla?

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