Adolescente, sí. ¿Y qué?

Grupo de estudiantes compartiendo apuntes

Grupo de estudiantes compartiendo apuntes / Freepik

Rafael Sánchez Sánchez

Antropólogo y pedagogo social

Hace mucho tiempo, cuando yo era un adolescente de 15 años, me encantaba oír una canción de Janette, cantautora, cuyo título es: Soy rebelde. Te animo a que la escuches cuando puedas, a ver qué impresión te causa. Ahora, cuando escribo este artículo, la he vuelto a oír, y me sigue produciendo las mismas emociones de aquellos años, y sigo tan enamorado de esta canción como cuando era adolescente. Para serte sincero he de decirte que no he dejado de oírla nunca. Me ha servido para tratar a los chicos adolescentes con los que tuve la suerte de ser educador en la formación profesional; me ha servido para educar a mis cuatro hijos que han pasado por esta etapa de la vida; me ha servido para tratar a los jóvenes universitarios que se acercaban a mis tutorías en la UNED, y para impartir charlas a los padres de hijos adolescentes. Pero, principalmente, me ha servido para mí, que a mis 69 años me sigo considerando un adolescente. Sí, adolescente, ¿y qué?

Si analizamos el término adolescente, en su origen etimológico del latín significa adolesco-adolescere es decir, crecer hasta alcanzar la madurez. Cuando hablamos de adolescentes, nos referimos a las personas que se encuentran en un período de tiempo que abarca desde la pubertad hasta la edad adulta, refiriéndonos principalmente a un crecimiento biológico, por el efecto que tiene la profusión de hormonas en esa edad, pero también sin dejar de considerar otros aspectos psicológicos, sociales y culturales. Por eso, al hablar de adolescentes siempre pensamos en personas cuya edad cronológica está entre la pubertad y la primera juventud, sin embargo, yo pienso que nunca nadie llegamos a la plena madurez, siempre estamos creciendo, por eso, mi tesis se basa en la idea de que el ser humano está en proceso de crecimiento continuo en todas las dimensiones que nos caracterizan como personas: en lo psicológico, social y cultural. Con estas consideraciones, me permito ofrecerte algunas sugerencias que pueden servir a quienes son adolescentes por su edad cronológica, y a quienes somos adolescentes porque siendo mayores de edad, somos seres bio-psico-socio-culturales que estamos en continuo crecimiento.

Notas para un adolescente mayor de edad:

  1. Aprende a ser persona. Es importante que nuestra vida esté basada en un desarrollo integral de todas nuestras dimensiones personales: desarrollo físico, biológico, psicológico, cultural y espiritual, siempre con los ingredientes esenciales: libertad, voluntad, amor.
  2. Conócete a ti mismo. Ya lo dijo Sócrates. Hay que someter a reflexión nuestro temperamento y nuestro carácter con el objeto de mejorar nuestra personalidad.
  3. Relaciónate socialmente de manera armónica. Somos seres sociales por naturaleza, necesitamos las relaciones humanas. Pero es necesario que estas interrelaciones de nuestra vida estén basadas en el respeto, la tolerancia, la generosidad y la amabilidad.
  4. Vive adecuadamente la afectividad, los sentimientos y las emociones. El cultivo de los afectos en profundidad supone para la persona una fuente de felicidad tan necesaria como el alimento lo es para el cuerpo. Ahora bien, el laberinto y complejidad de los sentimientos requiere por nuestra parte el análisis y reflexión de las causas y efectos para que los vivamos en consonancia con la dignidad del ser persona y con el aprendizaje de la inteligencia emocional.
  5. Cultiva tu interior. Vivir únicamente desde dentro hacia fuera supone una forma de ser basada en las relaciones con los demás, con una extroversión necesaria pero insuficiente para el desarrollo de nuestra vida interior. Necesitamos vivir también desde fuera hacia dentro de nosotros mismos, experimentar esa intimidad que nos permite vernos con otra mirada, que nos ayuda a conocernos mejor y a aceptarnos tal y como somos, con nuestros defectos y con nuestras virtudes.
  6. Busca un sentido trascendente a tu vida. El sentido de la vida lo tenemos que descubrir cada cual, desde una espiritualidad capaz de situarnos en aquella realidad que nos permite saber quiénes somos, y qué sentido tiene nuestra existencia, para llegar a situarnos en la vida con un propósito: construir una vida que merezca ser vivida.
  7. Proyecta tu vida y sirve a la sociedad. El desarrollo de nuestra personalidad lleva consigo un proyecto de vida hacia el futuro que nos espera, que siempre se construye en el presente. Nuestras decisiones de tipo académico, profesional, social y familiar se encaminan hacia la búsqueda de aquellas acciones que nos permitirán servir a la sociedad con nuestros mejores talentos.
  8. Sé tú mismo. No podemos caer en el error de querer ser lo que no somos, es decir, por razones diversas, nuestro ego nos puede erigir en personajes bien diferentes de la persona que somos, en estos casos, esto nos conduce a la infelicidad. Es bueno que seamos nosotros mismos con nuestras singularidades, que busquemos la mejora como personas que quieren ser felices.  
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