EL ESTUDIANTE
'Así viví el apagón': los alumnos del IES Ítaca reflexionan sobre cómo pasaron las horas sin electricidad

Joven escribe en un cuaderno / Freepik
El Periódico de Aragón
C.A
A las 12.30 h estábamos en mates y de la nada se apagó la luz. No le di mucha importancia así que pasé de ello hasta que llegamos a inglés a las 13.35 h. En clase hablaron de que se había producido un apagón en toda España y Portugal, fue entonces cuando me empecé a preocupar por mi móvil que tenía poca batería. No sabía cuánto iba a durar la situación. Cuando llegué a casa, comí y empecé a leer un libro. Después me eché una siesta, ya que no tenía nada que hacer. Al despertarme a las 18.30 h vi que ya había luz en mi casa, pero no internet. Me funcionaban los datos pero a ratos. Terminé el día hablando con mis hermanas y primas.
Martina
Cuando se fue la luz nos dimos cuenta de lo que hacen las tecnologías. Nos quedamos totalmente incomunicados y con falta de muchos recursos. Por la calle se veía a gente paseando, también en los parques y en las terrazas de bares, incluso comprando. Yo también salí a dar una vuelta, fui hasta el picadero donde entreno para darle de comer a los caballos. Rellenamos pozales de agua en la acequia. A las nueve y media nos llegó un mensaje de que había vuelto la luz al barrio.
Claudia
Ha sido una sorpresa y una inesperada noticia para todos, pero no necesariamente buena. En mi caso, la noticia me pilló yendo a casa cuando las carreteras ya habían colapsado completamente en varios puntos de la comunidad. Todo iba acompañado de una sensación amarga llena de incertidumbre y un ¿ahora qué? Nunca había sido consciente del todo sobre la dependencia que tenemos de la electricidad: no había luz, no había agua caliente, en mi casa no había cómo cocinar y lo peor de todo, estábamos completamente incomunicados. El verdadero pánico no lo causaron los semáforos apagados o la falta de conexión en el móvil. De hecho, lo segundo se solucionó rápido. El tiempo pasó rápido estudiando, jugando, haciendo deporte, dibujando y charlando. El miedo lo causó no saber cómo continuar, y sobre todo, cuánto tiempo se alargaría esa situación. Esta situación me ha hecho plantear cómo se vivía antiguamente y la suerte que tenemos cada día.
A.B
El apagón fue una experiencia rara pero buena. Al no tener forma de comunicarnos con la gente ni tener dispositivos como los semáforos, parecía todo un caos. Esa incertidumbre podía generar ansiedad. Sin embargo, ha servido para desconectarnos un poco. Nada más salir del instituto tuve que ir a casa de mi abuela a comer, ya que no tenía forma de hacer la comida y ella tenía cocina butano. Más tarde le acompañé a comprar algunas cosas que le hacían falta, pero no pudimos comprar productos como fruta o verdura porque las máquinas para pesarlos no funcionaban. Luego fuimos a buscar a mi hermano al colegio y subimos a casa. Por la tarde mi hermano se encontró con unos amigos y yo volví con mi abuela para cuidar a mis primos. Mi madre salió de trabajar sobre las 20 h y cuando fue a buscar a mi hermano tardó en encontrarlo. Una vez que estuvimos todos en casa pensamos en qué íbamos a hacer para cenar sin electricidad, pero al poco tiempo llegó la luz. Mi móvil seguía sin funcionar. Recuperé la conexión más tarde, pero tras mandar dos mensajes dejó de funcionar.
Sara
Sobre las 12.30 se fue la luz. En ese momento no me importó porque no le di mucha importancia, no le di muchas vueltas, pero cuando salí del instituto y me di cuenta de que mi móvil tenía un 3% de batería y no lo podía cargar se me cayó el mundo encima. Al llegar a casa, ante la situación, me puse a leer un libro. Después de leer unos cuantos capítulos me eché la siesta y cuando me desperté ya había vuelto la luz. No lo pasé muy mal porque me puse a leer y por la siesta. También pude comer caliente porque en casa tenemos cocina de butano. Lo que más me afectó fue la poca información que recibía y la incertidumbre de a qué hora o qué día volvería la luz.
L.C.
Me dormí toda la tarde hasta las siete y media sin saber qué estaba pasando. No tenía radio ni datos. Tampoco sabía si tenía que ir a clase al día siguiente. Hablé con amigos de otras comunidades y me decían que ellos no tenían clase. Al recuperarse la electricidad decidí acudir a clase. En casa estuvimos con velas y linternas. Me asaltaban continuamente las dudas sobre todo lo que podía salir mal sin electricidad.
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