Piense en los kilómetros y kilómetros de tuberías que atraviesan el subsuelo de Aragón para abastecer de agua potable a los ciudadanos. Cualquier resquicio o poro en una de esas tuberías, cualquier herida transversal o cualquier collarín suelto en una acometida puede ser motivo de un buen estropicio: reventones, sobreconsumo, charcos en la superficie o cortes en el suministro. La empresa Aquara, que gestiona un total de 746 kilómetros de red de consumo en 19 municipios de la comunidad, tiene a un especialista en prevenir todos aquellos desperfectos que puede ocasionar tal avería. Es Miguel Gallego, quien conoce de principio a fin el recorrido que hace el elemento líquido antes de que alguien abra el grifo de su casa. Su oficio: buscafugas.

Esta profesión es única. El buscafugas recorre la red de abastecimiento inspeccionando los flujos del subsuelo como si de un zahorí se tratara. Y lo hace a través del sonido que produce el correr del agua: “Mi trabajo consiste en comparar sonidos. Si una llave está cerrada y se escucha el correr del agua es que hay una fuga. Pero ahí abajo se escuchan muchos ruidos: viento, pisadas, voces… Por eso se recogen los datos por la noche, porque hay más silencio y menos corrientes”. Se refiere a los datos que acopian unos pequeños registradores de sonido o ‘permalogs’, colocados de forma estratégica bajo las tapas de las llaves del agua para trazar un perímetro donde podría localizarse un escape.

Un permalog o registrador de sonido. Captan los sonidos del agua por la noche, cuando hay más silencio. Foto: ÁNGEL DE CASTRO

Los dispositivos envían los datos al teléfono móvil de Miguel junto a una grabación del sonido cuando los recoge a la mañana siguiente. Diferencian entre ruido y dispersión, es decir, la continuidad que tiene el sonido en el tiempo, porque a esa característica se asemeja una fuga. Por ejemplo, la explosión de un petardo no queda registrada, ya que no dura más que un instante.

El oído preciso del buscafugas

El oído preciso del buscafugasUna vez sabe más o menos en qué sector puede hallarse la avería, Miguel Gallego saca la artillería pesada. Provisto de un geófono y un correlador (dos aparatos distintos pero que con el mismo objetivo: distinguir si hay fuga o no) comienza a escuchar el rumor de las tuberías. Explica que lo que se busca es un sonido “similar al de una caracola en el oído”. Con el geófono, que viene siendo el método tradicional y se asemeja a una especie de fonendoscopio de grandes dimensiones, lo que hace se parece a “auscultar las tuberías”. Igual de metódico que un médico de cabecera.

Sin embargo, no cualquiera podría diferenciar entre el sonido de una fuga y el de una llave de paso abierta de forma habitual. Es su oído fino y experimentado -lleva 15 años desempeñando esta labor- el que marca la diferencia. Y es cierto: uno se calza los auriculares del geófono con los que en teoría debería intuir las fugas… y no, oiga, que no se distingue nada. Explica Miguel Gallego que el aprendió con su predecesor, quien le instruyó en la materia, pero que “hay que entrenar mucho el oído”.

El equipo de trabajo del buscafugas. Uso de correlador. Foto: ÁNGEL DE CASTRO

El equipo de trabajo del buscafugas. Uso de correlador. Foto: Aquara.

El equipo de trabajo del buscafugas. Empleo de geófono. Foto: ÁNGEL DE CASTRO.

Una vez Miguel ha señalado el punto exacto donde radica la fuga, los operarios encargados de reparar la fuga reciben un aviso en sus dispositivos a través de la aplicación GOT (Gestión de Órdenes en Terreno). La actuación queda señalada en el mapa, por lo que queda constancia en los planos de los lugares donde se han sellado varias fugas, algo que puede indicar que una tubería está llegando al fin de su vida útil.

Un sistema digitalizado

Un sistema digitalizadoTodo el sistema que Aquara gestiona está informatizado. Si los contadores de suministro reflejan un consumo anormal en un punto, esto podría ser síntoma de una fuga en el lugar. Aunque como explica Pilar Capablo, responsable del servicio, lo preferible no es corregir las averías, sino prevenirlas. Por ello, Miguel revisa una vez al cuatrimestre todas las redes de abastecimiento que Aquara gestiona en municipios como Calatayud, Graus, Alcañiz, Cadrete o Alhama de Aragón para comprobar que se hallan en buen estado.

En palabras de Capablo, la importancia del buscafugas es fundamental porque “el agua es un recurso finito y no podemos permitirnos perder tal cantidad de agua por una fuga”. Algo que está muy relacionado con el sexto ODS de la Agenda 2030 de la ONU, el que tiene que ver con el recurso hídrico y su preservación. También incide en cómo la digitalización ayuda a progresar estos servicios, tan esenciales como desconocidos: "Una avanzada gestión del agua, empleando nuevas técnicas digitales, es esencial para la supervisión, control y mantenimiento de las infraestructuras del ciclo urbano del agua. Así conseguimos el máximo aprovechamiento del recurso hídrico y mejoramos el impacto sobre el medio ambiente".

Trabajo del buscafugas con el correlador. Foto: ÁNGEL DE CASTRO.

Trabajo del buscafugas con el correlador. Foto: ÁNGEL DE CASTRO.

En el año 2020, teniendo en cuenta que las cifras se redujeron por la irrupción de la pandemia, Miguel Gallego detectó 92 fugas de forma preventiva en los más de 1.076 kilómetros que inspeccionó. De hecho, también hay ocasiones en las que el buscafugas detecta escapes dentro de viviendas particulares. En esos casos, la empresa avisa a los propietarios para que puedan reparar la fuga. La última la encontró en Calatayud. Les avisaron de que había una posible fuga y allí que se fue para encontrar el resquicio por donde se escapaba el agua. Miguel, que ve un mapa subterráneo de los conductos donde el resto vemos calles, conoce qué tramos son sospechosos de tener averías. Y tiene tan buen ojo como oído: no hay fuga que se le escape.