ELECCIONES AUTONÓMICAS 2023

Un vermú con los candidatos del PSOE (II): Lambán y Lola, donde haya lumbre y vino...

Aprovechando el ‘Vagabundear’ de Serrat, Lola Ranera y Javier Lambán repasan con EL PERIÓDICO los placeres de la vida, que en su caso pasan, en primer lugar, por el calor de una charla

Confesiones, risas y vinos con Ranera y Lambán

Jaime Galindo

Ignacio Martín

Ignacio Martín

Se conocen hace muchos años, tantos que no se atreven a poner una fecha. Dice Lola (Ranera) que más o menos desde que se afilió a las Juventudes Socialistas, «y de eso hace casi 30 años». Desde entonces caminan juntos y, aunque no han empujado codo con codo desde una institución, su relación ha crecido. Así lo cuentan los candidatos del PSOE a gobernar Aragón y Zaragoza, que se reunieron con EL PERIÓDICO DE ARAGÓN para tomar un vermú desenfadado en el que predominaron las risas y donde Javier (Lambán) mostró su estilo más socarrón. Así estaba previsto y en ese contexto hay que entender la conversación, con caña o vino y tapa, que se mantuvo en El Real, en el mismísimo centro de Zaragoza.

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¿Políticos o no tanto? Por ahí empezamos. ¿Cambiarían? «Yo me he pasado casi toda mi vida sin arrepentirme, pero ahora me lo planteo porque la política actual no tiene nada que ver con la de hace 40 años, cuando di el paso a ser concejal de mi pueblo. Antes era un motivo de orgullo y prestigio, pero progresivamente se ha deteriorado, algo que es imputable casi en exclusiva a nosotros, que hace que nuestra reputación ande por los suelos», dice Lambán, escéptico en estos días que ve su salida de la política cada vez más cerca, bien al contrario que Ranera, que no se arrepiente «de nada» y menos en estos días que vive un sueño real de acercarse a la Alcaldía.

«¿Quién me lo iba a decir a mí cuando estaba en las Juventudes Socialistas?», cuenta Lola, que recuerda con especial cariño el día de la toma de posesión «de la primera vez que fui concejal, cuando Belloch puso una ambulancia en la puerta del ayuntamiento» por si daba a luz. «Me hicieron hasta una banda a medida y tomé posesión. Al día siguiente nació Sara», rememora la zaragozana, tan orgullosa de su ciudad como el ejeano de la suya cuando evoca el día que fue elegido alcalde del municipio de las Cinco Villas. Aunque le fastidie, va con tópico: «Por encima de cualquier otra ambición política, se dice que está la de ser alcalde de tu pueblo, y es verdad».

"Tuve mala suerte por las lesiones reiteradas y cuando mi pierna ya no daba mucho de sí se cruzó mi carrera política. Y no es por presumir, pero no descarto que en el fútbol me hubiera ido medio bien", bromeó Lambán

¿Y si no hubieran sido políticos? El presidente hizo sus pinitos como futbolista. Jugó incluso en el Zaragoza juvenil y confiesa que nada le ha divertido tanto en la vida. «Tuve mala suerte por las lesiones reiteradas y cuando mi pierna ya no daba mucho de sí se cruzó mi carrera política. Y no es por presumir, pero no descarto que en el fútbol me hubiera ido medio bien», dice este frustrado lateral derecho al que, poco a poco, le fue gustando «irse hacia el centro». Como ahora en la política.

Lola jugó a baloncesto. Y muy bien. «Me escapaba de casa para jugar, me chiflaba. Jugué incluso con la selección», relata antes de confesar que, si no hubiera escogido la carrera política, habría sido «profesora de instituto».

Momentos de preparación antes del aperitivo. | FOTOS: ANDREEA VORNICU

Lola Ranera hace la porra para las elecciones al ayuntamiento. / ANDREEA VORNICU

Precisamente a la enseñanza se dedicó un tiempo Lambán, pero en absoluto le convenció. Antes, pocos saben que su idea era ingresar en el Seminario. «No me dejó mi padre, pero yo quería ir. En mi generación casi todos queríamos ser curas. Y en esa época, el 90% de los que entraron no fueron curas, pero salieron todos rojos para la política», explica el presidente entre las carcajadas de su protegida, que no tiene pueblo «porque hasta mis abuelos eran todos de Zaragoza», pero ha elegido uno de adopción, curiosamente Arén, cuyo alcalde es nada menos que Miguel Gracia, presidente de la DPH y enemigo íntimo de Lambán. «Cuando Lola va allí, no sabemos cómo volverá, pero nos tranquiliza saber que está Miguel», ironiza entre más risas.

Citando a Serrat, donde haya lumbre y vino tengo mi hogar... «Estoy bien en cualquier sitio», dice el candidato, que prioriza el vino y la conversación al lugar. «Que no lo interprete nadie como una especie de alcoholismo incipiente, pero me gusta mucho el vino. La cerveza no está mal como refresco, pero yo prefiero el vino, a ser posible tinto». Coincide en buena parte Lola, a la que le importa menos si es vino o cerveza mientras sea en compañía, que haya lumbre. Al cabo, «a mí lo que me gusta es la gente». Y se nota.

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