De tsunami hablaron sin tapujos en el PSOE, de la ola que se levantó desde la derecha y recorrió este domingo España de punta a cabo. No fue distinto en Aragón, donde Jorge Azcón ganó sin contemplaciones. Creció con su partido en las Cortes de Aragón en 12 diputados, justo los que perdió Ciudadanos el día que firmó su desaparición de las instituciones aragonesas. Además, el PP logró imponerse sobradamente en las tres capitales. Natalia Chueca será alcaldesa con 15 de los 31 concejales en Zaragoza; Lorena Orduna, con 12 de 25 en Huesca; y Emma Buj, con 11 de 21 en Teruel, mayoría absoluta.

Vox es hoy la tercera fuerza política de la comunidad. En sus manos puede estar la formación del Gobierno de Aragón, aunque Azcón se libró muy mucho ayer de nombrar a la formación de ultraderecha, ni siquiera de insinuar posibles pactos. Habrá que ver qué tipo de acuerdos propone el que será el próximo presidente, que alcanzó los 28 diputados y le bastaría simplemente con Vox (7) para dominar el panorama político de la comunidad –34 es la mayoría– los próximos cuatro años.

Azcón siempre ha marcado una línea invisible con los ultraconservadores, que le han apoyado en el gobierno de la capital pero desde fuera. Algo así le gustaría en el Parlamento aragonés. De hecho, el líder popular habló de un cambio «moderado y centrado», algo que en absoluto casa con Vox. «Vamos a gobernar para todos», remató Azcón, que quizá pueda pensar en otras opciones. Como en una segunda vuelta en la que le bastaría con atraer a su lado a Teruel Existe, por ejemplo, y aprovechar la abstención última, y necesaria, de Vox. Las instituciones muchas veces no se negocian por separado. Tampoco hay una decisión tomada, la conformación última del Gobierno de Aragón quedará para el final.

Hay un dato revelador que aún no se puede dejar pasar: la suma de todas las izquierdas –PSOE (23), CHA (3), Podemos (1) e Izquierda Unida (1)– es idéntica a los escaños que ocupará el PP (28). Al margen quedan los tres que alcanzó Aragón Existe y el del PAR, que sobrevive agarrado al territorio.

Maru Díez junto al resto de compañeros de Podemos Aragón. JAIME GALINDO

Las izquierdas cayeron con estrépito, mucho más que Lambán, siempre penalizado por las políticas de Pedro Sánchez. Ha aguantado al estilo de otros barones regionales, más o menos en los mismos números, pero derrotado. En su caso, aún más, finiquitado políticamente. En su despedida, le lanzó un dardo envenenado a Pilar Alegría pidiéndole a Lola Ranera que aguante los 4 años en la oposición –lo que no hizo la ministra– y se atropelló al hablar de las tropelías que vienen, algo que no le sonó elegante en la noche electoral en la que los dos partidos de la derecha sumaron más de 305.000 votos, 73.677 de ellos de Vox.

Falta que Lambán lo confirme públicamente, pero en sus palabras de la noche del fracaso dio a entender que se marcha. No hace mucho dijo que no se veía como senador, y en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, solo hace tres días, dejó bien claro que no se volvería a presentar a unas elecciones. La salida es evidente, habrá que respetarle los tiempos. El PSOE, cuando se confirme, tiene trabajo por delante. Nada menos que encontrar un relevo de garantías, el recambio del hombre que ha llevado las riendas de su partido en Aragón durante más de un decenio.

Ahora, incluso con mejores resultados que en 2011 y 2015 (incluso superó al PP en número de concejales en las provincias de Zaragoza y Huesca), se irá lastrado por esa dupla PSOE-Podemos en el Gobierno central, por esos devaneos con los independentistas, sobre todo esa ley del sí es sí, esa componenda de algunas ministras tan incomprensible para una buena parte de la sociedad y que va camino de devastar a la formación morada.

De momento, ayer se llevó un bocado casi mortal en Aragón. Podemos, que gobernó con el PSOE en las dos últimas legislaturas –con 5 escaños en la última y 14 en la anterior– ha seguido su caída en picado. Solo le queda su líder, Maru Díaz, siempre asociada al PSOE y supervalorada por Lambán, que tendría que pasar de consejera a defenderse solita en la oposición. En un diputado se ha quedado Podemos, expulsado también del Ayuntamiento de Zaragoza, donde gobernó con el ZeC de 2015, sobrevivió en solitario en la última legislatura y ahora se va por el sumidero. Bien se sabe lo dicífil que es luego volver. Que se lo digan, sin ir más lejos, a CHA, que otra vez se volvió a quedar a las puertas.

El líder de Cs, Carlos Ortas, alicaído tras la derrota. MIGUEL ÁNGEL GRACIA

La lectura es muy dura para las izquierdas, por su momento, por la pérdida de apoyo que han tenido entre los suyos, sobre todo por su tozudez. No torcieron el brazo, negaron la reunificación, y fueron castigados, con miles de votos a la basura. Más de 30.000 solo en Zaragoza capital, donde Chunta Aragonesista y Podemos no alcanzaron el umbral electoral. A todos les tocará rumiar sus errores desde casa. Ahí, aún se les podría añadir los más de 8.000 que aglutinó Aragón Existe. En definitiva, unos 40.000 votos tirados por el sumidero. Con 41.061 llegó ayer Vox a 4 concejales.

Antes de llegar al centro, en Zaragoza cumplió Lola Ranera, que mantuvo las cifras que había conseguido Pilar Alegría en las últimas elecciones, con 10 concejales. Pero solo se podría ayudar en los dos de ZeC porque en el consistorio de la capital no quedan más fuerzas. La legislatura la cubrirán entre cuatro formaciones, lo que da la razón a todos los que anunciaron el regreso del bipartidismo. En Huesca quedan tres: PP (12), PSOE (10) y Vox (3). En Teruel, cuatro: PP (11), Teruel Existe (5), PSOE (3), Vox (2).

El hundimiento del centro, no por esperado, debe impedir la reflexión sobre la desaparición de Cs del mapa político. Le ha ido pasando en las últimas elecciones, una detrás de otra, a los naranjas.

Esa alerta de cambio de ciclo es una realidad. Ha llegado a Aragón, también a las grandes ciudades, de donde ha desaparecido el bloque naranja. No solo no estará en la próxima legislatura, sino que pronto podría firmar su defunción después de sufrir en los últimos meses una cascada de fugas y tránsfugas.

Adiós a Ciudadanos después de solo dos legislaturas. Una primera con 5 diputados de un partido subido a la ola. Una segunda en la que, con 12, debieron ser decisivos, pero se fueron deshaciendo hasta quedar en nada. El centro queda pues en manos del PAR, aunque hoy en día más parece que se lo hayan repartido entre los dos grandes, sobre todo del PP, que se lo merendó mucho antes de que llegasen las elecciones. Azcón jugó bien esa baza, el tiempo le ha dado la razón. Quizá por eso, aunque esté condenado a negociar con Vox, hablar de que es hora de un cambio «moderado y centrado». Llegan nuevos tiempos, el cambio de ciclo ha llegado a Aragón.