El 29 de mayo de 1993 el entonces candidato socialista a la Moncloa, Felipe González, dio el mitin central en Zaragoza. Cuentan las crónicas periodísticas del día siguiente que 16.000 personas "desbordaron" la plaza de toros de la ciudad. En esa misma campaña, en el mismo coso, José María Aznar, "llenó a rebosar" La Misericordia con más de 15.000 almas.

Pasaron esos tiempos gloriosos, los de los llenos absolutos en las plazas de toros. Ahora los dos grandes partidos, al menos en Zaragoza, consideran un éxito convocar a 3.000 personas. La sala multiusos de la ciudad, o el palacio de congresos de la Expo son los espacios preferidos por todas las fuerzas. Nadie se atreve ya con el coso. "Ahora es todo muy difícil, la gente de la calle está en otra dimensión, la desafección y la desconfianza en la política ha hecho mucho daño y ya no se moviliza como antes", cuenta un dirigente socialista.

"Ahora es diferente. Los elementos de movilización son para activar, no para conseguir más votos. A los mítines, en los años 80, venía todo tipo de gente. Luego no. Ahora solo viene gente tuya, nadie acude a enterarse, a ver el espectáculo", explica el coordinador de campaña del PSOE, Martín Nicolás.

El día 27 de mayo llegó a Zaragoza el candidato de IU, Julio Anguita. Hablan las crónicas de entonces que llevaba "pantalones granates y una camisa de rayas de manga corta". Dio el mitin en el palacio de deportes y congregó a unas 5.000 personas, "uno de los más concurridos" de cuantos dio en todo el país, según se refleja. "Nosotros nunca hemos abordado la campaña como una competición de asistencia a los mítines. Nos ha gustado más el contacto directo con la gente. Pero es cierto que ahora asistimos a una forma de entender las campañas más mediático", dice el excoordinador de IU, Adolfo Barrena.

En las pasadas elecciones municipales y autonómicas, PP y PSOE hicieron sus mítines centrales en el palacio de congresos. Aplaudían con las orejas porque Mariano Rajoy y Pedro Sánchez lograron convocar a unas 2.000 personas. Lejos quedan las imágenes de la plaza de toros de Zaragoza abarrotada, mientras entraban como estrellas José María Aznar, Julio Iglesias y Santiago Lanzuela. Más de 15.000 almas asistieron al show ese día. Ese 28 de febrero de 1996, Aznar, ante la mirada cómplice de su mujer, Ana Botella, calificó de "histórico" el pacto fraguado por aquel entonces entre PP y PAR. Acuerdo ahora reverdecido, pero sin tantas alegrías, y sin tanto famoseo. Como mucho la del presidente del PAR, Arturo Aliaga, que en el arranque de campaña amenazó con coger la guitarra si ganan los comicios de este próximo 20 de diciembre.

Los pactos de entonces siguen vigentes. Pero ha cambiado todo lo demás. "Ya no es tan fácil movilizar a la gente. Los que llevamos en política desde la transición sabemos que en esa época había más ilusión y una forma de ver las cosas diferente. Ahora en cualquier acto la actitud es distinta. Antes, los partidos estaban menos profesionalizados y todo el mundo intentaba ayudar incluso pegando carteles. Las campañas era más domésticas y se hacían con el corazón, y eso se notaba también en los actos. Ahora ni nosotros ni nadie puede convocar a 15.000 personas", explica el secretario general del PP, Octavio López.

"Antes los ciudadanos venían a informarse, a ver al líder del momento. En nuestro caso, Felipe González arrastraba muchísimo. Ahora los mensajes vienen por otros sitios. Ya no hay grandes actos con miles de personas, sino más selectivos, más reducidos. Ya no nos planteamos meter a 15.000 personas en un recinto. Ahora te da más sacar a Pedro Sánchez en la tele, con Bertín Osborne. Lo que necesitas es trasladar el mensaje y eso se hace a través de los medios. Al final da lo mismo 3.000 que 15.000 personas, si lo que quieres contar lo logras por la televisión o el Facebook", subraya Nicolás.

Claro que, por aquel año 1996, no solo Julio Iglesias llenaba hasta la bandera. Entre los referentes patrios, viendo la hemeroteca, en aquella campaña destaca el mitin de José Antonio Labordeta, que fue capaz de congregar a 4.000 personas en el palacio de los deportes. CHA llenó el recinto, más conocido como el huevo, y cerró el acto al grito de: "Sí, sí, sí. El abuelo va a Madrid". En las imágenes se ve a Labordeta, guitarra en mano, aclamado por la multitud.

Eso eran mítines. Ahora todo es mucho más frío y calculado. "Y las redes sociales mueven ya mucho más que los mítines. Ahí se transmite y se moviliza mucho más voto por esa vía. Con un hashtag puede tener un impacto de 40.000 personas. Ya no necesitas nada más. Los mecanismos son diferentes. La campaña es ahora el debate a cuatro y el cara a cara. Poco más. No es que se haya perdido el espíritu, que sigue existiendo, pero ir a un mitin ya no es un día de fiesta. Las campañas son igual de complejas. Igual de difícil es organizar un acto de 400 que uno de 15.000 personas", cuenta el socialista Martín Nicolás.

Barrena (IU) no cree que el descenso en el número de ciudadanos que asisten a los mítines se deba a la desafección. "Las encuestas nos dicen que va a haber más participación, así que la política interesa, o al menos eso parece. Pero es cierto que ahora se está más pendiente de lo estético y lo visual, de lo que sacan los medios de comunicación. Yo prefiero la relación directa y los mensajes claros", explica.

Sea como fuere, lo cierto es que, viendo las fotos en blanco y negro, el ambiente de esa plaza de toros hasta la bandera, nada tiene que ver con los calculados mensajes de Twitter, las buscadas fotos de Instagram, y mucho menos con los mítines de ahora, solo con los más convencidos.