Lo poco o mucho que conocemos sobre los países subdesarrollados son los pedazos de realidad que transmiten la televisión, los periódicos o el cine. Cada día hay más acceso a información sobre acontecimientos lejanos, pero- ¿se informa o se desinforma sobre el Sur desde los medios de comunicación?

Existe un gran desequilibrio entre el volumen de información del primer mundo y del tercero. Y la que nos llega de los países subdesarrollados muchas veces lo hace de manera parcial, sesgada y con tendencia a resaltar los aspectos más negativos. Por eso, ESPACIO 3 ha querido hacer un ejercicio de reflexión ya que, en gran medida, es responsabilidad de los medios de comunicación del Norte la imagen que se tiene del Sur.

Los medios de comunicación son empresas informativas que necesitan audiencia. Por eso, para atraer al público, difunden noticias que resultan cercanas a la realidad de su audiencia. Pero, a veces, se sacrifican temas más trascendentes que hacen referencia a otras realidades más lejanas en aras de lograr esa cercanía.

Una razón que alimenta el desequilibrio informativo Norte - Sur es que cada vez menos "medios guía" determinan la agenda informativa internacional. Y es que a casi cualquier medio le resulta muy dificil mantener una red de corresponsales tan amplia como sería deseable, debido a los elevados costes. Y se opta por mantener las corresponasalías en los grandes centros de poder donde se adoptan las decisiones políticas y económicas que tienen una capacidad de influencia global.

Pero los periodistas no son los únicos responsables de difundir la imagen del Sur. La relación entre medios y oenegés es cada vez mayor y más necesaria; están condenados a entenderse. Las oenegés, conocedoras privilegiadas de esa realidad por su trabajo, a menudo son las fuentes de información sobre el Sur para los medios. Y, a veces, contribuyen a generar esas imágenes parciales.

Nadie duda de la importancia que los medios tienen para desencadenar respuestas políticas y movilizar a la sociedad ante las emergencias. La irrupción de los medios en el escenario humanitario y su capacidad de influir en la toma de conciencia de la opinión pública y en las decisiones políticas es característica de la nueva distribución de papeles en la acción humanitaria. Una de las primeras oenegés conscientes de esta influencia fue Médicos sin Fronteras, fruto de la relación entre un médico y una periodista. Pero esta influencia ante situaciones de crisis contrasta con la escasa atención que se concede a las causas profundas y estructurales del subdesarrollo.

Las oenegés deben tener presente que el protagonismo de sus comunicaciones nunca debería ser sobre sí mismas, sino de aquellos a quienes ayudan. Deberían tender puentes a los medios de comunicación para construir un espacio informativo permanente, centrado en las causas, efectos y posibles soluciones de los problemas de los que se ocupan. Y también ofrecer una información transparente que permita a la sociedad conocer cómo se gestiona la ayuda que ésta pone en sus manos.

A principios de los 90, oenegés de todo el mundo aprobaron el Código de conducta relativo al socorro en casos de desastre, auspiciado por Cruz Roja, en el que se dice textualmente: "En nuestras actividades de información, publicidad y propaganda, reconoceremos a las víctimas de los desastres como seres humanos dignos y no como objetos que inspiran compasión". También se comoprometían a evitar competir entre ellas para captar la atención de los medios. Pero la realidad es que muchas utilizan herramientas del marketing empresarial, compitiendo por hacerse un espacio en los medios para ganar su "nicho de mercado", recaudar fondos y crecer en volumen de ayuda gestionada, en contra de los valores que promueven.

Los medios de comunicación también pueden ser una herramienta para fomentar el desarrollo, para movilizar a la sociedad en favor de la paz y para favorecer la resolución de crisis. Es un elemento de poder y un espacio de lucha, no es neutral. Mediante un uso a conciencia de la información los medios pueden dotar a la población del conocimiento de sus derechos y los cauces para reivindicarlos. Deben estimular el debate y promover la responsabilidad de los políticos y de la sociedad civil, movilizando recursos y proponiendo transformaciones sociales desde un enfoque participativo.