La situación actual de los pueblos indígenas evidencia que existe un proceso de exterminio". Así de tajante explicaba Flaminio Onogama, de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la situación que atraviesan estos pueblos ancestrales del continente americano. Este representante de los indígenas del Valle del Cauca precisaba que este extermino no había sido sólo físico sino también cultural, espiritual, ambiental, social, político y económico, "debido a las políticas de Estado que de manera directa, y en otros casos a través de las transnacionales, han instaurado un régimen de expropiación territorial, violación de los derechos colectivos e individuales de los pueblos, desconocimiento de las formas de gobierno, autonomía y autoridad propia, así como también han roto el equilibrio y la armonía que desde sus leyes de origen debe existir entre el ser humano y la naturaleza".

Estas declaraciones fueron realizadas en el encuentro internacional Nuevas miradas indígenas para el siglo XXI, que tuvo lugar recientemente en Zaragoza, organizado por organizado por el Comité de Solidaridad Internacionalista y la Fundación Mundubat, con la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza y del Gobierno de Aragón.

Flaminio procede de un país, Colombia, donde todavía perviven 84 pueblos indígenas diseminados a lo largo de la geografía nacional.De ahí la importancia de reivindicar sus derechos y la necesidad de lograr una convivencia multiétnica y pluricultural. Su experiencia y visión no fue la única que reivindicó la situación de vulnerabilidad que atraviesan estos pueblos americanos con más de 500 años de historia porque, al igual que él, participaron en este encuentro miembros de organizaciones indígenas provenientes de Bolivia, Colombia, Guatemala, Nicaragua y Chiapas, que acudieron a esta cita en la capital aragonesa, para poner en común las vivencias de sus respectivas poblaciones a la hora de enfrentar problemas como la explotación de la tierra, el mantenimiento de la identidad ante la globalización o el papel de la mujer indígena.

Estas Nuevas Miradas Indígenas se desarrollaron a lo largo de dos días con el objetivo de concienciar a la sociedad aragonesa de la necesidad de impulsar acciones contra las injusticias que sufren las poblaciones indígenas. Las conferencias giraron en torno a cinco bloques temáticos: Mujer indígena, globalización y cultura; Género en los movimientos indígenas; Nuevas perspectivas desde los movimientos indígenas; Mantenimiento de las identidades colectivas ante la globalización cultural; y Explotación de la Tierra y el Derecho sobre el territorio. Las ponencias se acompañaron de la proyección de diversos documentales y de un amplio espacio para el debate.

Este encuentro internacional ha supuesto, según sus organizadores, "una respuesta ética, ideológica y social al rumbo de la actual globalización, cuyos rasgos autoritarios y neoliberales configuran un escenario mundial negativo, principalmente en el caso de los pueblos indígenas, con especial repercusión para la mujer". En este último aspecto, un ejemplo de mujer indígena que lucha en defensa de los derechos de este colectivo es María Velásquez, guatemalteca perteneciente a la etnia Maya K´iché, que trabaja en la Defensoría de la Mujer Maya.

Velásquez, perteneciente al colectivo Somos Muchas, explicaba cómo la subordinación, exclusión y dominación "que enfrentamos como indígenas y como mujeres, camina aparejada con la profundización de la extrema pobreza, la inseguridad, la falta de atención a nuestras necesidades propias y específicas, lo que nos lleva a alzar nuestras voces demandando igualdad de oportunidades, respeto a la diferencia y equidad para el ejercicio de nuestros derechos; lo que significa luchar por la transformación del poder político, económico y social".

Esta guatemalteca incidía en cómo en la cosmovisión indígena, las mujeres juegan un importante papel en la preservación de "nuestra identidad como pueblos". Pero a pesar de ser reconocidas en esta cultura ancestral, la realidad actual es bien distinta: se están violando los derechos de 6 millones de personas, más de la mitad del total de la población guatemalteca, compuesta por unos 13 millones de habitantes.

Esta exclusión femenina se traduce en la "participación invisible" de la mujer indígena en esta país centroamericano, donde a pesar de los Acuerdos de Paz firmados a mediados de los años 90 y el compromiso con los derechos indígenas, "las reformas constitucionales para reconocimiento del carácter pluricultural y multilingüe aún están aún pendientes, igual que la incorporación de cuotas de participación para mujeres, juventud y pueblos indígenas en las elecciones", explica María Velásquez, que precisa que "las fuerzas políticas tanto de la derecha como de la izquierda, pese a contar con una amplia base de población indígena, todavía no están dispuestas a ceder espacio a la participación política de nosotras las mujeres indígenas".

Por otra parte, María Hazel Lau, abogada indígena autonomista de Nicaragua explicó el caso concreto de este país, que tras el huracán Félix en 2007, incrementó su miseria en el 80% de las comunidades indígenas, "que si antes eran pobres, ahora son paupérrimas. ¿Qué decir de la situación de la mujer indígena? Ahora debe trabajar por la reconstrucción de su hogar y por la supervivencia, haciendo a un lado sus aspiraciones de género". Esta situación de desolación ha ocasionado además un incremento de la violencia intrafamiliar que afecta principalmente a la mujer indígena.