Miguel Egido Roldán : "Llegamos allí donde no llegan los gobiernos e instituciones"

EL PERIÓDICO

LA FUNDACIÓN JUAN BONAL ES UNA OENEGÉ DE DESARROLLO CATÓLICA QUE FORMA PARTE DE LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA, UNA INSTITUCIÓN FUERTEMENTE ARRAIGADA EN LA COMUNIDAD ARAGONESA

LA FUNDACIÓN DESEMPEÑA SU LABOR ASISTENCIAL, HUMANITARIA Y SENSIBILIZADORA EN MEDIO MUNDO

LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA LLEVAN MÁS DE DOS SIGLOS TRABAJANDO POR LOS MÁS EXCLUIDOS DE ENTRE LOS POBRES

--¿Cuál es la función de una fundación como Juan Bonal, hoy en día?--Llegamos allí donde no llegan los gobiernos u otras entidades que, en teoría, tienen el poder y la obligación de cuidar de las personas y solucionar los problemas que estas padecen. Para todas las personas que se encuentran en situación de necesidad y no reciben ayuda, entidades como la nuestra son la única esperanza.Además, la existencia de las oenegés en su conjunto supone un motor de concienciación social y, en definitiva, una humanización de la sociedad que conduce a su mejora.

--¿Con qué recursos cuentan?--Como base fundamental y origen de todo lo que hacemos, contamos con el espíritu de sacrificio y entrega de las hermanas. Estas mujeres increíbles son capaces de abandonarlo todo y viajar a los países más olvidados del planeta. Allí trabajan incansablemente para solucionar las necesidades más urgentes y, poco a poco, transforman las comunidades locales. Creo que merecen toda nuestra admiración. Incluso existen casos de hermanas que han perdido la vida en las misiones, sacrificándola por las personas a las que querían ayudar.En segundo lugar, el equipo de trabajadores y voluntarios que pone en marcha el engranaje es sorprendente. Se trata de un número reducido de personas, en comparación con la magnitud del trabajo que se realiza, pero hablamos de un equipo muy motivado, cuyos valores personales les empujan a dar lo mejor de sí mismos cada día. Agradecemos especialmente a los voluntarios la entrega de su poco tiempo libre para ponerlo al servicio de los demás.Por último, necesitamos a la sociedad. Sé que pedimos mucho, y que lo hacemos con frecuencia, pero si queremos llegar allí donde los gobiernos no llegan, nos resulta imprescindible contar con las personas que, desde el primer mundo, pueden ayudar a quienes lo necesitan. Nosotros tendemos puentes entre ambos, pero solo se produce el milagro cuando encontramos a quienes deciden apostar por el ser humano y creen en el valor de tender la mano a los que no tienen rostro ni voz.

--Pero los recientes casos de malas prácticas aparecidos en otras oenegés han tenido que hacer mella.--Por supuesto. Cuando surge la corrupción, nos daña a todos. No solo a las oenegés, sino a toda la sociedad. Se pierde la confianza, y soy consciente de la trascendencia que esto tiene y de la gran dificultad de reconstruirla.Ante esto, solo podemos redoblar esfuerzos y confiar en lo que hacemos, tratando de dar ejemplo cada día con nuestra labor. Debemos informar, dar a conocer las necesidades que existen en el mundo y concienciar a personas y entidades de que es imprescindible su ayuda. Debemos seguir creando valores que contrarresten lo perjudicial que vemos en casos aislados. Debemos ser cada vez más rigurosos y actuar con la máxima responsabilidad y transparencia.En último término, uno decide contribuir porque cree que es lo correcto. De lo contrario, abandonaríamos a quienes solo cuentan con nosotros; como sociedad y como individuos, no podemos permitírnoslo.

--¿Qué tamaño tiene la fundación?--Tenemos más de trescientos centros repartidos en treinta países de los cinco continentes. La Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana tiene más de dos siglos de antigüedad, y comenzó su aventura misionera en el siglo XIX. Desde entonces, se ha ido extendiendo por todo el mundo, según han ido detectando las necesidades de cada pueblo.Cuando contemplamos la labor de la fundación, vemos una mano tendida a mujeres desplazadas por la violencia en Colombia, niños con grave discapacidad en Filipinas, niñas sin futuro en la India, menores realizando trabajos de adulto en Ghana o Costa de Marfil, enfermos de sida en España, niñas explotadas sexualmente en Brasil, víctimas del genocidio de Ruanda, hijos de familias desestructuradas por la violencia y el alcohol en Rusia, víctimas de las mafias en cualquier parte del mundo... En fin, la lista es interminable.

--¿También actúa la fundación en emergencias humanitarias?--Siempre lo hemos hecho, es una de las cuatro líneas de acción que impulsamos. Bien sea por causas naturales o de otro tipo, cuando los medios os hacéis eco de un suceso que afecta gravemente a un país o a una comunidad, respondemos con la mayor celeridad y buscamos soluciones. Ahora mismo continuamos trabajando en Nepal, por ejemplo, donde tras los terremotos ha sido necesario ofrecer ayuda psicológica a los supervivientes, cubrir sus necesidades básicas y ayudarles a recuperar la normalidad.En este momento, trabajamos intensamente en el proyecto que compartimos con los Hermanos Jesuitas, y que se prolongará hasta finales del 2016, reconstruyendo viviendas y escuelas. Además, hemos recogido a niños que han quedado huérfanos y que, tras la muerte de sus padres, tienen hoy un lugar donde vivir y han sido apadrinados, lo que les garantiza nutrición, sanidad y educación para su futuro. La respuesta solidaria del público ha sido abrumadora.Pero ya antes lo hicimos con el tifón de Filipinas, el tsunami de la India, el genocidio en Ruanda... En cada situación, tratamos de responder del modo más rápido y efectivo, considerando las necesidades más urgentes.

--¿Qué les diferencia a ustedes de otras oenegés?--Nosotros no extraemos recursos de las donaciones que recibimos para sufragar los gastos de organización y sostenimiento de la fundación porque la congregación cubre esos gastos. De este modo, conseguimos ofrecer algo muy importante a quienes se interesan por colaborar con nuestra labor: garantizarles el uso integral de su donación para el fin que ellos eligen. Saber que cada céntimo que donas irá destinado al objetivo que tú mismo decides es muy motivador.

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