Millones de personas no tienen acceso a instalaciones sanitarias básicas ni a agua de calidad y no desarrollan prácticas de higiene, lo que origina diversas enfermedades transmitidas por el agua, como la diarrea aguda, la neumonía, la disentería, la presencia de parásitos intestinales y el cólera. En consecuencia, cada año, millones de personas, la mayoría de ellos niños, mueren por enfermedades de origen hídrico. Primero se debilita el sistema inmunitario, lo que impide retener los nutrientes y conduce a situaciones de desnutrición.

Solo la diarrea, una de las cinco principales causas de mortalidad en niños menores de cinco años, mata a cerca de 750.000 de ellos, más de 1.600 niños al día. El 60% de las muertes por diarrea podrían evitarse, ya que son causadas por el acceso indebido a agua, a alimentos contaminados, a la falta de saneamiento y a malas prácticas de higiene.

Así, muchos niñosno tienen más opción que beber de fuentes de agua insalubre y, cuando el agua potable es accesible, lo es en muy pequeñas cantidades, limitando las posibilidades de prácticas higiénicas. A su vez, el tiempo que se invierte en ir a por agua o padeciendo una enfermedad relacionada con el agua, limita las oportunidades para recibir una educación. Todo ello conlleva un deterioro de la salud, el bienestar y la situación económica de la población.

Un 50% de la desnutrición materno infantil se debe a problemas de salud como la diarrea y las infecciones intestinales provocadas por una baja calidad del agua y un ambiente no saneado. "Dos tercios de los niños a nuestro cuidado en los centros nutricionales sufren enfermedades transmitidas por el agua", señala Pablo Alcalde, responsable de agua, saneamiento e higiene de Acción contra el Hambre.

"Ante esta situación, desde nuestra organización hemos desarrollado la estrategia Wash-in-Nut, que busca la integración sistemática de un paquete mínimo de agua, saneamiento e higiene en los programas de tratamiento de la desnutrición, ya que este tipo de intervenciones están demostrando ser una pieza clave para reducir el riesgo de desnutrición infantil, especialmente durante los primeros mil días del recién nacido".

La construcción de letrinas y baños para evitar la contaminación del ambiente, la promoción de prácticas de higiene como lavarse las manos o de espacio libres de heces para el ocio y la alimentación de la infancia han demostrado ser intervenciones eficaces para prevenir enfermedades e infecciones de origen hídrico.

Según la OMS, por cada dólar invertido en saneamiento se recuperan cinco y se obtiene el doble por cada dólar invertido en mejorar el acceso al agua.