Una ayuda más eficaz
Desplazados en Sudán del Sur reclamando ayuda humanitaria, el pasado febrero.
Estambul acogió entre el lunes y el martes la primera Cumbre Mundial Humanitaria de la Organización de Naciones Unidas (ONU), una cita convocada para repensar todo el sistema humanitario global y celebrada en medio de una de las mayores crisis de la historia. Fue una reunión de alto nivel que contó con delegaciones de 172 países --sobre las 180 previstas--, entre ellos 55 jefes de Estado o de Gobierno --aunque 65 habían confirmado su asistencia--, la gran mayoría de africanos y asiáticos, según especificó ayer el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, anfitrión del encuentro, en la rueda de prensa final.
Entre estos jefes de Estado no se encontraba ninguno los líderes de las naciones más ricas del planeta, el G-7 (Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Italia y Japón), que, con la excepción de Alemania, no acudieron a la primera cumbre humanitaria de la historia. Un extremo que, en su ausencia, les fue recriminado por el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. "Es decepcionante que algunos líderes del mundo no hayan podido estar aquí, salvo la canciller alemana, Angela Merkel. Pero espero que se comprometan más en la fase de implementación" de las ideas aprobadas en la cumbre, dijo Ban.
Tampoco se desplazó hasta Turquía Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, que estuvo representado por su ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo. España se presentó en esta reunión con la dudosa credencial de haber recortado en un 84% el presupuesto para ayuda humanitaria a lo largo de la última legislatura.
También el Papa Francisco I participó en la cumbre mediante un mensaje en vídeo en el que lamentó que "estrategias militares, económicas y geopolíticas desplazan a personas y pueblos e imponen el dios del dinero, el dios del poder".
La Cumbre Mundial Humanitaria de Estambul se celebró, según la ONU, en medio de una crisis humanitaria global "sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial", con unos 60 millones de desplazados por las guerras y la violencia y cada vez más afectados por los desastres naturales.
Entre los retos más inmediatos para la comunidad internacional se puede hablar de alguna cifra récord, como los 125 millones de personas que requieren asistencia en estos momentos debido a desastres naturales o a conflictos. Y todo ello agravado por continuas vulneraciones del Derecho Internacional Humanitario, como los frecuentes ataques a hospitales y a la población civil en los conflictos de Yemen y Siria, a los que se suma una absoluta falta de financiación.
Precisamente, uno de los objetivos marcados para esta cumbre era lograr una ayuda humanitaria más generosa y más eficaz. Esta debe aumentar, pero también debe ser mucho más eficiente, gracias a una mejor cooperación entre estados, agencias internacionales y oenegés, advirtieron numerosos estadistas presentes en la cumbre.
En este sentido, una de las novedades que deja la reunión de Estambul es la presentación, por parte de Ban Ki-moon de la iniciativa Grand Bargain (gran negociación o gran regateo, en inglés), que aspira a reducir los gastos administrativos en la ayuda de emergencia. Sería "un enorme paso adelante en la ayuda humanitaria" que permitiría recibir más fondos, al generar mayor confianza e información más fiable, aseguró.
La comisaria europea de Presupuestos, Kristalina Georgieva, una de las artífices de la iniciativa, concretó que la aspiración es "mover mil millones de dólares de las oficinas al terreno", meta que podrá conseguirse en cinco años.
El gasto anual mundial en ayuda de emergencia es de 28.000 millones de dólares, y entre un 14 y 15 % de esta cantidad se va en costes administrativos, por lo que basta reducir en cuatro puntos este porcentaje para enviar mil millones de dólares más a quienes realmente lo necesitan, calculó Georgieva.
Tanto la comisaria europea como otros expertos insistieron en que la ayuda de emergencia debe distribuirse en forma de dinero, y no como material de ayuda, por el alto coste añadido que supone mover y repartir toneladas de bienes humanitarios. Siempre que en la zona afectada funcione el mercado, el dinero no es solo más eficaz, sino que también devuelve la dignidad a los receptores, que podrán decidir en qué gastarlo.
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