COMO MÁXIMO RESPONSABLE DE LA ORGANIZACIÓN DIOCESANA, PRESIDE LA FUNDACIÓN POR LA INCLUSIÓN SOCIAL DE CÁRITAS ZARAGOZA Y TAMBIÉN PROYECTO HOMBRE, Y DIRIGE LA EMPRESA DE INSERCIÓN A TODO TRAPO

TIENE UNA AMPLIA TRAYECOTORIA COLABORANDO CON OENEGÉS

LICENCIADO EN CIENCIAS EMPRESARIALES Y DOCTOR EN CIENCIAS ECONÓMICAS, ES PROFESOR TITULAR Y COORDINADOR DEL GRADO EN ECONOMÍA DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

--El fin de semana se celebró en El Escorial la LXXIII Asamblea General de Cáritas Española. ¿Cuál es la situación actual de los más vulnerables?--Un diagnóstico común en todas las Cáritas es que en el año 2015 ha bajado el número de acogidas pero los casos corresponden a gente más excluida. La crisis los ha orillado del camino. El país sigue creciendo económicamente pero donde tenemos que entrar ahora es en la lucha por un empleo digno. Viene menos gente, pero la que lo hace está en una situación cronificada.

--Habla de empleo digno. ¿Se está extendiendo el fenómeno de los trabajadores empobrecidos?--Es un colectivo que me está inquietando en los últimos dos o tres años. Son personas que tienen trabajo pero que han de acudir a Cáritas, y ese es un fenómeno nuevo. Se está creando un empleo muy precario. Han bajado los sueldos y hay gente que se está colocando con el salario mínimo interprofesional y a jornada parcial, y con lo que cobran tienen que pedir ayudas. También se está dando el caso de familias que tienen un ingreso digno pero, a consecuencia de un divorcio o separación, este se divide para la pareja, y quedan los dos en riesgo de exclusión.

--¿Tienen que llegar ustedes allá donde no lo hace la Administración?--Nosotros pensamos que no es Cáritas quien tendría que ayudar a las personas en riesgo de exclusión, sino la Administración. Por eso peleamos el año pasado para que no se modificara el Ingreso Aragonés de Inserción (IAI), y ahora estamos tratando de proponer mejoras para el proyecto de ley de Renta Social Básica de Aragón. Pero, por supuesto, si a estas personas no las atienden las administraciones públicas, lo hacemos nosotros dentro de nuestro papel subsidiario. Nadie que acude a Cáritas a pedir ayuda se marcha con las manos vacías.

--¿Hay alguna ayuda que hayan podido dejar de prestar porque las haya pasado a cubrir la Administración?--El riesgo de pobreza en Aragón se cubre con el IAI, o bien a través de los grandes ayuntamientos, como el de Zaragoza, con las ayudas de urgente necesidad. Ahora están funcionando mejor las ayudas públicas. Lo hemos notado en los últimos ocho o diez meses. Y, gracias a estas ayudas, esta gente ya no tiene que acudir a Cáritas. Quienes encuentran un empleo, aunque sea precario, también dejan de venir a nosotros. La mayoría prefiere trabajar que pedir ayudas.Pero la diócesis de Zaragoza no solo abarca la ciudad, sino buena parte de la provincia y el Bajo Aragón turolense. En el mundo rural, las ayudas de los ayuntamientos son menores, y muy desiguales entre comarcas. Ahí sigue habiendo un mal funcionamiento de las administraciones, y la gente sigue acudiendo a Cáritas.

--¿Qué volumen económico manejó Cáritas ZGZ el año pasado?--En el 2015, el gasto total fue de 6.643.000 euros, cayendo en comparación con el año anterior. Lo que más se redujo fueron las ayudas económicas a familias. El año 2014 marcó el pico de la crisis y ahora hemos vuelto a niveles del 2013. En el 2014, Cáritas Zaragoza cerró con un déficit de 800.000 euros, pues batimos récords de ayudas a las familias, con entre 6.000 y 7.000 euros diarios.

--¿Cuánto de este dinero se otorgó en ayudas económicas?--El año pasado dimos 1.800.000 euros. Hay ayudas para muchas cosas, pero la mitad son para alimentación. Las segundas en volumen son para vivienda, casi una tercera parte del total, e incluyen un nuevo concepto surgido con esta crisis: la pobreza energética. También damos ayudas para la salud, sobre todo a inmigrantes que han quedado excluidos del sistema sanitario. Otras son las ayudas para educación, por ejemplo para niños a los que no les cubren las becas de comedor o de material escolar.

--Al margen de las ayudas, cuenta desde hace dos años con dos nuevos instrumentos para combatir la exclusión. ¿Cómo están funcionando?--Son la Fundación por la Inclusión Social de Cáritas Zaragoza y la empresa de inserción A Todo Trapo. Aunque pertenecen a Cáritas y las dirigimos las mismas personas, se decidió desgajarlas de ella hace dos años. Se dedican al empleo, ya que una forma de garantizar la inclusión de las personas es que tengan trabajo.Una parte Cáritas se ocupaba del itinerario de inserción sociolaboral. La parte social se quedó en Cáritas, y la laboral pasó a la fundación. Por ejemplo, si una persona sale de la cárcel después de 20 años, lo primero que necesita es recuperar competencias personales, esto es, un itinerario de inserción social: ser puntuales, asearse, trabajar en grupo... Eso queda en Cáritas. Y la adquisición de las habilidades para trabajar se hace ya en la fundación, que desde el año pasado tiene una agencia de colocación.

--¿Qué es A Todo Trapo?--La fundación se ocupa de la búsqueda activa de empleo de las personas que atendemos. Y en su seno se creó esa empresa de inserción, que básicamente se dedica a recoger la ropa de los contenedores rojos que tenemos distribuidos por las parroquias de la diócesis. Esa ropa la vendemos y con lo que obtenemos mantenemos los puestos de trabajo y los gastos. Además, desde abril hemos abierto una tienda, Latido Verde, en la calle Royo, 20, que también sirve para la entrega social de ropa. Hasta que se puso en marcha, las personas a las que atendemos acudían a un ropero, y allí cogían las prendas que había. Ahora los derivamos a la tienda y allí pueden escogerlas. Con esto hemos dignificado la entrega de ropa.

--¿Qué proyectos de futuro tiene Cáritas Zaragoza?--Lo que más nos va a costar es coordinar a nivel nacional el proyecto textil de A Todo Trapo, que se va a hacer desde Zaragoza. Y a mí me gustaría crear más empresas de inserción para darles una oportunidad a las personas que atendemos desde Proyecto Hombre.